sábado, 26 de marzo de 2016

Encuentro con Cristo resucitado

Según los relatos, la estancia del peregrino en el Santo Sepulcro, hasta que ha sido liberalizada la entrada, se desarrollaba más o menos así. Los peregrinos, guiados por el Custodio, hacían el ingreso solemne en la Basílica. Besaban primero la Piedra de la Unción, se dirigían después hasta la Tumba de Cristo y allí eran recibidos oficialmente con palabras de bienvenida al lugar más sagrado para un cristiano, por parte del Custodio o su representante, quien ponía de manifiesto el significado profundo de la muerte y resurrección de Cristo para todos los hombres. Es lo que se hace hoy cuando hay "ingreso solemne" en el Santo Sepulcro.

Comenzaba después la procesión solemne, como se hace actualmente todas las tardes, con las mismas 14 estaciones, y se ha hecho durante siglos, aunque sólo estuvieran los frailes que moraban dentro del Santo Sepulcro, como sucede también hoy más de una vez. Terminada la procesión solemne, los peregrinos practicaban sus devociones recorriendo personalmente los lugares anteriores, pues quedaban encerrados toda la noche dentro de la Basílica; los guías franciscanos explicaban con más calma a los peregrinos todos los lugares-memoria de la Basílica para que pudieran revivir mejor este momento fundamental de sus vidas. Aprovechaban también para confesarse. A medianoche los sacerdotes peregrinos celebraban la Santa Misa, unos en el Calvario y otros en el Santo Sepulcro. Por la mañana, a la aurora, el Custodio de Tierra Santa celebraba la Misa en Tumba Vacía de Cristo. Todos los peregrinos comulgaban en esta Misa.

Era el momento del encuentro personal con Cristo crucificado, muerto y resucitado, el encuentro con el Calvario y el Sepulcro Vacío de Cristo, el encuentro con la Virgen Dolorosa, Madre de Jesús y Madre nuestra por decisión de su propio Hijo. Las gracias, las experiencias místicas, los sentimientos de cada peregrino están registrados sólo en sus almas y en sus corazones.

A partir del 1860, cuando el peregrino puede entrar, libremente y sin pagar, todas las veces que quiera, ha desaparecido un poco esa tensión que se veía en los peregrinos antiguos. Ha quedado sin embargo el deseo de estar a solas con el Señor en el Calvario o delante del Sepulcro Vacío de Cristo. Es lo que hacen tantos peregrinos que pasan una noche encerrados en la Basílica, adorando y meditando el misterio del amor de Dios: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna» (Jn 3,16). Es un deseo al que los franciscanos atienden gustosos. El contacto directo con el Santo Sepulcro es más evidente en los fieles sencillos para quienes ver, tocar, rezar, besar el Sepulcro Vacío constituye el ápice de su peregrinación. Y a veces, nuestros sacristanes se las ven y se las desean para arrancarlos de la Tumba. La fe crece con la luz que da la certeza de que Cristo ha muerto "aquí" por nuestro amor y "aquí" ha resucitado para darnos una vida nueva.

sábado, 19 de marzo de 2016

Encuentro personal del peregrino con Cristo

Según los relatos, la estancia del peregrino en el Santo Sepulcro, hasta que ha sido liberalizada la entrada, se desarrollaba más o menos así. Los peregrinos, guiados por el Custodio, hacían el ingreso solemne en la Basílica. Besaban primero la Piedra de la Unción, se dirigían después hasta la Tumba de Cristo y allí eran recibidos oficialmente con palabras de bienvenida al lugar más sagrado para un cristiano, por parte del Custodio o su representante, quien ponía de manifiesto el significado profundo de la muerte y resurrección de Cristo para todos los hombres. Es lo que se hace hoy cuando hay "ingreso solemne" en el Santo Sepulcro.

Comenzaba después la procesión solemne, como se hace actualmente todas las tardes, con las mismas catorce estaciones, y se ha hecho durante siglos, aunque sólo estuvieran los frailes que moraban dentro del Santo Sepulcro, como sucede también hoy más de una vez. Terminada la procesión solemne, los peregrinos practicaban sus devociones recorriendo personalmente los lugares anteriores, pues quedaban encerrados toda la noche dentro de la Basílica; los guías franciscanos explicaban con más calma a los peregrinos todos los lugares-memoria de la Basílica para que pudieran revivir mejor este momento fundamental de sus vidas. Aprovechaban también para confesarse. A medianoche los sacerdotes peregrinos celebraban la Santa Misa, unos en el Calvario y otros en el Santo Sepulcro. Por la mañana, a la aurora, el Custodio de Tierra Santa celebraba la Misa en Tumba Vacía de Cristo. Todos los peregrinos comulgaban en esta Misa.

Era el momento del encuentro personal con Cristo crucificado, muerto y resucitado, el encuentro con el Calvario y el Sepulcro Vacío de Cristo, el encuentro con la Virgen Dolorosa, Madre de Jesús y Madre nuestra por decisión de su propio Hijo. Las gracias, las experiencias místicas, los sentimientos de cada peregrino están registrados sólo en sus almas y en sus corazones.

A partir del 1860, cuando el peregrino puede entrar, libremente y sin pagar, todas las veces que quiera, ha desaparecido un poco esa tensión que se veía en los peregrinos antiguos. Ha quedado sin embargo el deseo de estar a solas con el Señor en el Calvario o delante del Sepulcro Vacío de Cristo. Es lo que hacen tantos peregrinos que pasan una noche encerrados en la Basílica, adorando y meditando el misterio del amor de Dios: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna» (Jn 3,16). El contacto directo con el Santo Sepulcro es más evidente en los fieles sencillos para quienes ver, tocar, rezar, besar el Sepulcro Vacío constituye el ápice de su peregrinación. La fe crece con la luz que da la certeza de que Cristo ha muerto "aquí" por nuestro amor y "aquí" ha resucitado para darnos una vida nueva.

http://www.franciscanos.org/

sábado, 12 de marzo de 2016

Atracción y nostalgia del Santo Sepulcro

Los judíos desterrados en Babilonia recuerdan con nostalgia Jerusalén: «Si me olvidare de ti, Jerusalén..." (Sal 137,5-6). Los antiguos peregrinos, terminada la peregrinación y recibida la bendición del sacerdote, volvían a sus casas. En esos momentos comenzaba la nostalgia de la Casa del Señor, «la nostalgia de Sión». Y consideraban bienaventurados a los que viven permanentemente en Jerusalén y en el Templo del Señor, cantando sus alabanzas. Son sentimientos que se ven en los peregrinos cristianos y manifiestan sobre todo la alegría, el consuelo corporal y espiritual que sentían en esos momentos: no se acordaban ya de las penalidades del viaje ni de lo que habían tenido que pagar; tampoco les parecían largas las horas pasadas encerrados en la Basílica: «¡Qué hermosa cautividad! ¡Qué clausura más deseable! ¡Qué feliz prisión!», exclamaba el dominico Félix Fabri en 1483.

Como fruto de su peregrinación, el peregrino llevaba a su país reliquias o cualquier recuerdo del Santo Sepulcro. A veces, era tanta la pasión y el deseo de tener ese recuerdo, que, si no podía conseguirlo por medios pacíficos, intentaba arrancar con otros medios cualquier fragmento de piedra o de otro material para llevárselo consigo. Al menos el peregrino se lleva los objetos religiosos comprados (cruces, rosarios, etc.) que haya «tocado el Santo Sepulcro», pues el mismo contacto con el Lugar Sagrado «impregnaba» el objeto de la virtud del Lugar. ¡Era tanta la atracción de ese Lugar Santo!

Algunos deseaban más: ¡Quedarse para siempre a vivir en Jerusalén, al servicio de los Santos Lugares! Lo habían hecho los cristianos en tiempos de los bizantinos y de los cruzados, cuando Jerusalén era una ciudad cristiana. Más difícil era hacerlo en una Jerusalén islamizada, pero muchos lo intentaron. Fue el caso de san Ignacio de Loyola, aunque no lo logró. Su ejemplo ha sido seguido con mayor éxito por tantos otros que sí han conseguido ese deseo de vivir junto al Sepulcro Glorioso de nuestro Salvador. Porque el cristiano, como el antiguo peregrino israelita, encuentra la felicidad junto a Dios, en su Templo Santo, y puede decir, con el salmista: «Una cosa he pedido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida, para gustar la dulzura del Señor y cuidar de su Templo» (Sal 26,4).

http://www.franciscanos.org/

sábado, 5 de marzo de 2016

Guía una peregrinación al Santo Sepulcro

Los peregrinos a Tierra Santa se denominan peregrinos al santo Sepulcro. Esa iglesia es la meta última de la peregrinación. Por eso nada más llegar a Jerusalén y pasar por debajo de la puerta, nos dirigimos por las callejas de la ciudad vieja camino al Santo Sepulcro, cantando el Salmo: “Lauda Jerusalem, Dominum, lauda Deum tuum Sion”. Al llegar, sin preámbulos, sin explicaciones, dejo que los peregrinos queden impactados por el shock del Santo Sepulcro, su cacofonía, su mezcla de hábitos, peinados, sombreros, la confusión de la multitud de curiosos, devotos, extravagantes. 

Derechos vamos a la Anástasis, la rotonda alrededor del sepulcro, y entramos en silencio en la Tumba para besarla. “Venid a ver el lugar donde lo pusieron”. Más tarde otro día, más despacio volveremos para hacer la visita y para celebrar allí la Eucaristía, pero no quiero que los peregrinos duerman ni siquiera una noche en Jerusalén, sin haber visitado el Sepulcro.

La Iglesia del Santo Sepulcro, el lugar más santo de toda la Cristiandad, es actualmente una iglesia románica del tiempo de los cruzados (s. XII), construida sobre ruinas de la primera basílica, la de Santa Elena. En su interior se conservan el Calvario y el sepulcro de Jesús según una tradición con muy buenos fundamentos. Aunque hoy día la iglesia se encuentra dentro de la moderna muralla turca, sabemos que el lugar en la época de Jesús quedaba fuera de la segunda muralla romana, junto a una de sus puertas. Era entonces una antigua cantera abandonada que se había ido cubriendo de tierra y sedimentos dando lugar a un jardín. En el centro había quedado un espigón de roca rajada que era usada por los romanos para las ejecuciones, y en la pared norte de la roca había cuevas excavadas en la pared de la roca que eran utilizadas como tumbas. 

Una de las grandes sorpresas para muchos peregrinos es contemplar lo cerca que está el sepulcro del Calvario. Tan cerca, que caben los dos bajo un mismo techo. Y esa proximidad es causa de una cierta incertidumbre para el peregrino. Uno no sabe qué preferir: si permanecer en el Calvario o bajar al sepulcro. Por eso corretea de un lado para el otro sin saber dónde posarse. Muerte y resurrección están tan próximas... El dolor y la alegría están tan contiguos… Cuando uno está en el Calvario recuerda que allí a pocos pasos hay una tumba vacía. Y cuando se encuentra frente a la tumba ya vacía, recuerda que allí muy cerca están el sufrimiento y la cruz.

Juan Manuel Martín-Moreno, SJ.

sábado, 27 de febrero de 2016

La colecta del Viernes Santo para Tierra Santa

La colecta del Viernes Santo en las parroquias está destinada a la manutención de los santuarios en los Lugares Santos, pero también a ayudar en las actividades educativas, la construcción de viviendas para jóvenes familias, y la provisión de ayuda a los refugiados sirios e iraquíes.

La manutención de los santuarios surgidos en los Lugares Santos y las estructuras pastorales, educativas, asistenciales, sanitarias y sociales, que permiten la vida de las parroquias; el apoyo a las actividades educativas, la construcción de viviendas para jóvenes familias, la provisión de ayuda para los refugiados sirios e iraquíes son los principales destinos a los que estará dirigido lo que se recaude en esta colecta

Lo recuerda la carta que el Card. Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales envió, como de costumbre, a los obispos de todo el mundo. 

“En este Año Jubilar se nos exhorta, más que nunca, a demostrar nuestra misericordia y cercanía para con nuestros hermanos de Oriente Medio. Hay refugiados, evacuados, ancianos, niños y enfermos que necesitan de nosotros. En esta tierra de Oriente se es asesinado, se muere, se es secuestrado, se vive en la angustia por los propios seres queridos, se sufre cuando la familia es desmembrada por las migraciones y los éxodos. Se experimenta la oscuridad y el miedo al abandono, a la soledad y a la incomprensión. Tiempo de pruebas y de desafíos, tiempo de martirio. Y todo esto repercute en el deber de ayudar, de hacer frente a las emergencias, de reconstruir y encontrar espacios, de crear nuevos modos y lugares de integración, de asistencia”.

Los territorios que se benefician, bajo diversas formas y a través de diferentes entidades, del apoyo proveniente de la Colecta son trece: Jerusalén, Palestina e Israel; Jordania, Chipre, Siria, el Líbano, Egipto, Etiopía y Eritrea, Turquía, Irán e Irak.

Entre los muchos subsidios, 2.600 dólares son destinados a “una red escolar capilar”, que “a través de las parroquias, favorecen un grado de escolarización difundido y calificado”, y a la Universidad de Belén.

¿Cómo se emplea el donativo a los cristianos de Oriente del Viernes Santo? Da fruto todo el año...Otras contribuciones se destinan a los seminarios, a las casas de formación religiosa y a las instituciones culturales en los Territorios indicados, apoyando en varias formas (a muchos, con becas de estudio completas, con casa y comida, aranceles universitarios y otras necesidades sanitarias), y esto también en Roma, donde estudian jóvenes seminaristas y sacerdotes, religiosos y religiosas y, de acuerdo con los fondos disponibles, algunos laicos que provienen de la zona medio-oriental, quienes volverán a su patria, especialmente como futuros formadores.

En 2015, 1,2 millones de dólares fueron destinados a Siria e Irak, con particular atención a los refugiados de estos países que viven en Jordania y Líbano.

Un informe de la Custodia de Tierra Santa, da cuenta de una larga serie de intervenciones necesarias para la conservación y la revitalización de los lugares santos del cristianismo en la Tierra de Jesús y en todo el Oriente Medio. 

“Entre los varios objetivos de la misión franciscana, se recuerda el apoyo y el desarrollo de la presencia cristiana, la conservación y valorización de zonas arqueológicas y santuarios, la intervención en casos de emergencia, la liturgia en los lugares de culto, las obras apostólicas y la asistencia a los peregrinos”.

Junto a las obras para los peregrinos, como son la remodelación de nuevas instalaciones de iluminación y audio en la iglesia del Getsemaní o la nueva iluminación para las procesiones a lo largo del muro que limita el monasterio de la Anunciación en Nazaret, ponemos de relieve la financiación de 390 becas de estudios universitarios por el término de cuatro años, distribuidas en las diversas universidades: Belén, Hebraica, Jerusalén y Haifa, Bir Zeit, Amman y otras. En este último sector, también la financiación de 178 subsidios a estudiantes que están en dificultades.

Asimismo, un proyecto de apoyo a diez pequeñas empresas artesanales y a laboratorios de cerámica en Belén, así como la realización o la reestructuración de departamentos en Jerusalén, Jaifa y Nazaret.

sábado, 20 de febrero de 2016

Se descubre en Cesarea la talla de un cordero

Descubren la talla de un cordero, hecha en mármol, cerca de una antigua iglesia de CesareaArqueólogos israelíes han hallado una talla de un cordero (animal que en el cristianismo primitivo solía representar la fe e incluso a Jesús), en las proximidades de una antigua iglesia en la ciudad de Cesarea (norte de Israel), informó en un comunicado la Dirección israelí de Antiguedades. 

La talla, hecha de mármol, ha sido hallada en una iglesia de los siglos VI y VII, período bizantino, en una curiosa coincidencia con el día de Navidad, informó la Dirección de Antiguedades de Israel en un comunicado. 

"En el arte cristiano el cordero a menudo es representado en los hombros del ´Buen Pastor´, que es Jesús", se indica en el comunicado, en el que se agrega que también "es colocado unas veces a su izquierda y otras a su derecha". 

El cordero debió servir como ornamento de la iglesia en sus primeros días, aunque puede que fuera esculpido muchos antes, en el período romano, y que después lo trasladasen al centro de culto. 

Según los investigadores Peter Gendelman y Mohamed Hater, directores de la excavación en Cesarea, entre los antiguos cristianos "Jesús no era representado como una persona", sino que se recurrían a símbolos y uno de ellos era este animal.

sábado, 13 de febrero de 2016

La fortaleza de Acra


La fortificación construida por Antíoco IV resistió ataques sin cuento hasta que pudo ser rendida por Simón Macabeo. Nunca se ha sabido exactamente cuál era su ubicación, hasta que se han hallado numerosos objetos procedentes del Egeo.

Más de cien años de búsqueda, pero por fin, se han localizado los restos de la fortaleza helenística de Acra, erigida por el império seléucida sobre la Ciudad de David, en Jerusalén, en tiempos del rey Antíoco IV Epífanes. 

Flavio Josefo ya la había descrito en el siglo I d.C., pero la búsqueda arqueológica había resultado infructuosa hasta ahora. La presencia de proyectiles de honda, flechas de bronce y catapultas da una idea de los duros embates que resistió la fortaleza, hasta su caída por asedio en el año 141 a.C. Su existencia se conocía por el testimonio del historiador Flavio Josefo

La ubicación exacta de la famosa fortaleza construida por Antíoco IV para controlar Jerusalén así como la actividad en el Monte del Templo, ha sido durante mucho tiempo desconocida debido a la escasez de restos arquitectónicos que se puedan remontar a la presencia griega.

Durante los últimos cien años de investigaciones arqueológicas, numerosas teorías se han propuesto identificar la ubicación del Acra, que finalmente fueconquistada por los hasmoneos.

El Libro de los Macabeos se refiere a la ubicación de la Acra: "Y edificó la ciudad de David con un grande y poderoso muro, y con torres fuertes, y la convirtió en una fortaleza [griego: Acra] para ellos. Y se colocó allí una nación pecadora, hombres perversos, y se fortificaron en él" (I Mac 1, 33-37).
Resistieron todos los intentos de conquistarla

Según fuentes históricas, la fortaleza fue ocupada por mercenarios y judíos helenizados, estando documentado el gran sufrimiento de los residentes de Jerusalén por parte de los habitantes de la Acra.

"Las defensas poderosas de la fortificación resistieron todos los intentos de conquistarla, y fue sólo en 141 a.C., después de un prolongado asedio y el hambre de la guarnición griega dentro del Acra, que Simón Macabeo fue capaz de forzar su rendición", dijeron los arqueólogos, según recoge Radio Judía de América: "Las numerosas monedas, que datan del reinado de Antíoco IV al de Antíoco VII, y el gran número de jarras de vino importadas de la región del Egeo a Jerusalén que fueron descubiertas en el sitio, proporcionan evidencia de la cronología de la ciudadela , así como la identidad no judía de sus habitantes ".

La Fundación Elad, que opera el parque nacional, está financiando las extensas excavaciones, en las que se han descubierto numerosos objetos procedentes de más de diez culturas antiguas diferentes de la historia de Jerusalén.