Quedan poco más de dos semanas para la visita del Santo Padre a Tierra Santa. Preparando este próximo gran evento hablaré de la playa del Primado de Pedro. En estos días de Pascua hemos leído el Evangelio que tiene lugar aquí, cuando los discípulos volvían de intentar pescar y el Señor les esperaba en la orilla. Se produjo el milagro de la pesca milagrosa, y al llegar se encontraron que Jesús les había preparado el desayuno. Al rezar en esta playita nos imaginamos perfectamente, a unos 100 metros, la barca con los discípulos remando hacia la orilla. Pedro se lanza al lago dándose cuenta que ese hombre es el Señor. También resulta muy fácil aquí revivir la escena del paseo que se dan Jesús y Pedro por la playa, cuando el Señor le pregunta si le ama, y después le entrega el Primado. Es uno de los nombres que se le ha dado a la iglesia que hay en este lugar: iglesia del Primado. Aquí le dijo Jesús a Pedro "Apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos". También se la ha llamado "iglesia de los Doce Tronos", por aquellas palabras de Cristo: "Y os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel". Por último se la ha denominado alguna veces como "iglesia de los Carbones", que alude a las brasas que se mencionan en el Evangelio de san Juan, d
onde se dice que Jesús les tenía preparado un pez asado. Por eso es interesante fijarse -dentro de la Capilla- en la roca sobre la que está el altar, donde estarían las brasas y los peces. En esta roca grande que allí vemos les esperaría el Señor con las brasas. La orilla se encuentra hoy algo separada del lugar, como a unos 50 metros. Por eso se llama a esta roca "Mensa Domini", "la Mesa del Señor", aunque también este elemento puede simbolizar a la "roca" que es Pedro. Fuera de la Capilla, en pared lateral que da al mar, también es interesante fijarse en los escalones excavados en la roca -hoy muy gastados y protegidos por una pequeña verja- sobre los que estuvo el Señor, según nos transmite la peregrina Egeria. Esta famosa peregrina española -provenía de Galicia- que visitó los lugares Santos alrededor del año 381, explica que “cerca del lugar de la multiplicación de los panes y los peces hay unos escalones donde el Señor estuvo”. Hay en esta roca muchas inscripciones antiguas que señalan el lugar como muy importante para el cristianismo. Egeria no menciona que aquí hubiera ninguna iglesia, pero sabemos que en este lugar fue construida una a fines del siglo IV. Tenía aproximadamente las mismas dimensiones de la iglesia que encontramos actualmente. En el siglo IX, año 808, aparecen por primera vez referencias a esta iglesia como el lugar de los Carbones. La iglesia sobrevivió más que cualquier otra de la zona. Finalmente fue destruida en el 1263. La actual iglesita franciscana fue construida en 1933.
En la playa, a un lado de la roca, hay unas piedras planas que se pueden pisar. Muchas veces la gente no se fija, pero son unas rocas que sobresalen un poco de la arena y que tienen forma de corazones. Son muy antiguas, y recuerdan esas tres preguntas del Señor a Pedro, a las que finalmente Pedro responde con fe y humildad: "Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te amo". Para mi gusto este es uno de los lugares más agradables para visitar de los que estuvo el Señor. Se te queda muy grabado en la cabeza y en el corazón. Siempre que puedo vuelvo para rezar un rato en este lugar Santo. Y, en estos días, si consigo ir, pediré de forma especial por los frutos del viaje del Papa a Tierra Santa.
"Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a un pueblo llamado Emaús, que estaba a ciento sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos". (Lc 24,13-35). Conocemos muy bien este pasaje del Evangelio tan bonito. Actualmente, se discute mucho sobre cual es el auténtico lugar de Emaus, pues aquel pueblecito -en aquel entonces pequeño- hoy no existe. Hay tres sitios que se barajan. Por muchos datos parece que el más fidedigno es Latroun. Contaré la siguiente anécdota que le sucedió a la única santa de Palestina beatificada hasta ahora. El Señor le concedió abundantes gracias extraordinarias, una de las cuales es la que narro a continuación. María de Jesús crucificado –ese era su nombre de religiosa- iba desde Belén hacia Nazaret en una carroza. Pararon para repostar los caballos y la monjita salió corriendo en dirección a un bosque que había a la derecha. Las demás monjas la siguieron corriendo alarmadas y, cuando llegaron a un lugar algo elevado, con sorpresa se la encontraron en un promontorio con las manos abiertas, y diciéndoles con mucha alegría:
Hoy sábado, a las 7.30 de la mañana, he celebrado la Pascua de Resurrección en el Santo Sepulcro. La ceremonia del fuego ha tenido lugar en la entrada -en la parte de dentro- de la Basílica. Después en procesión nos hemos dirigido al lugar de la tumba. Ahí estaba dispuesto el altar - como se puede ver en la fotografía- y los sacerdotes nos pusimos en bancos que había rodeando la parte central de la estructura que rodea la Tumba del Señor. Especialmente emocionante ha sido el pregón pascual -como siempre- y de manera particular el gloria. Para introducirlo el órgano ha emitido un sonido ensordecedor, para luego introducir las notas primeras de la canción. Era fácil imaginar en ese mismo sitio al Señor Resucitando con su cuerpo ya glorificado en ese mismo sitio. La ceremonia ha sido larga, con todas las lecturas y los salmos cantados, pero muy bonita. Ayudaba mucho la liturgia, muy bien cuidada por los franciscanos y los sacerdotes del Patriarcado. También en la Consagración he pensado que en ese momento, sobre el altar, aparecía Jesucristo Resucitado, que -desde ese instante- estaba con nosotros con su Cuerpo glorioso, como en aquel día.


Hoy, Jueves Santo por la noche, después de cenar, he podido ir a rezar a rezar a Gallicantum y al huerto de los Olivos. Me ha impactado mucho, como todos los años, esa hora de oración en los dos sitios. En primer lugar, mientras tenía lugar la hora santa oficial en Getsemaní, fui a rezar a Gallicantum, el lugar donde Pedro negó tres veces al Señor y donde se supone que estuvo Jesús encerrado esa noche. Hay unas escaleras a un lado de la iglesia que son muy antiguas -ya existían en la época del Señor- y los expertos aseguran que por ellas Jesús pasó seguramente varias veces mientras le llevaban de un sitio a otro. A lo largo de las escaleras había velas encendidas, y gente sentada en los escalones rezando. Ahí estuve un buen rato. Después fui al huerto de los Olivos. Rezar allí la noche en que el Señor estuvo allí en agonía, antes de ser apresado, es algo muy especial. La mayoría de la gente rezaba alrededor de la roca que está dentro de la Iglesia, pero yo me fui fuera, al huerto, a un lugar donde casi no había gente. Me senté en el suelo y estuve allí más de media hora. Los olivos casi no tenían luz, como probablemente los vería el Señor en ese momento tan duro. Ahí es fácil sacar propósitos para aceptar la voluntad de Dios -como hizo Jesucristo- y decidirse para ayudarle a llevar la Cruz con las cosas ordinarias que a cada uno le tocan.

