Hoy, Jueves Santo por la noche, después de cenar, he podido ir a rezar a rezar a Gallicantum y al huerto de los Olivos. Me ha impactado mucho, como todos los años, esa hora de oración en los dos sitios. En primer lugar, mientras tenía lugar la hora santa oficial en Getsemaní, fui a rezar a Gallicantum, el lugar donde Pedro negó tres veces al Señor y donde se supone que estuvo Jesús encerrado esa noche. Hay unas escaleras a un lado de la iglesia que son muy antiguas -ya existían en la época del Señor- y los expertos aseguran que por ellas Jesús pasó seguramente varias veces mientras le llevaban de un sitio a otro. A lo largo de las escaleras había velas encendidas, y gente sentada en los escalones rezando. Ahí estuve un buen rato. Después fui al huerto de los Olivos. Rezar allí la noche en que el Señor estuvo allí en agonía, antes de ser apresado, es algo muy especial. La mayoría de la gente rezaba alrededor de la roca que está dentro de la Iglesia, pero yo me fui fuera, al huerto, a un lugar donde casi no había gente. Me senté en el suelo y estuve allí más de media hora. Los olivos casi no tenían luz, como probablemente los vería el Señor en ese momento tan duro. Ahí es fácil sacar propósitos para aceptar la voluntad de Dios -como hizo Jesucristo- y decidirse para ayudarle a llevar la Cruz con las cosas ordinarias que a cada uno le tocan.
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