Salimos al exterior, y lo primero que nos llamó la atención fue un campo elevado con olivos y unas ovejas pastando. Con asombro vimos que había un pastorcito con las ovejas, vestido con un traje burdo de los que usaban los pastores antiguamente. Luego observamos que había toda una familia de pastores, y todos vestidos según los usos de hace dos mil años.
Primero el guia nos explicó una tabla con agujeros, con la que en aquella época separaban el grano de la paja. Después nos enseñó una prensa de vino de aquel momento. Aprovechaban una inmensa roca plana y las hendiduras que tenía. Por allí pasaba el líquido de la uva después de ser pisado. Desde donde nos encontrábamos, en la parte de abajo, había una techumbre -en aquel momento unos maderos- para agarrarse por si se resbalaba.
Llegamos a una casa según el modelo de la época. Allí había, en la primera estancia al aire libre, una hilandera con su hija que estaban trabajando la lana. Nos mostró todo el proceso casero de fabricación. También nos explicó los posibles colores tal y como los tenían en la antigüedad: el blanco era el más común y barato, el color amarillo se conseguía aplicando la flor del azafrán. El púrpura era el más caro, pues se hacía con molusco. Ese era el color de la realeza. La niña purificaba la lana pasándola repetidas veces por un pincho. La madre nos enseño el trozo de madera que se usaba para enrollar la lana. Finalmente quedaba un hilo que luego se utilizaba para fabricar los vestidos en el telar.
También vimos en una gran habitación una prensa de aceituna para sacar aceite. El aceite poco prensado no era para acompañar a las comidas sino para su uso en el templo.
Primero el guia nos explicó una tabla con agujeros, con la que en aquella época separaban el grano de la paja. Después nos enseñó una prensa de vino de aquel momento. Aprovechaban una inmensa roca plana y las hendiduras que tenía. Por allí pasaba el líquido de la uva después de ser pisado. Desde donde nos encontrábamos, en la parte de abajo, había una techumbre -en aquel momento unos maderos- para agarrarse por si se resbalaba.
Llegamos a una casa según el modelo de la época. Allí había, en la primera estancia al aire libre, una hilandera con su hija que estaban trabajando la lana. Nos mostró todo el proceso casero de fabricación. También nos explicó los posibles colores tal y como los tenían en la antigüedad: el blanco era el más común y barato, el color amarillo se conseguía aplicando la flor del azafrán. El púrpura era el más caro, pues se hacía con molusco. Ese era el color de la realeza. La niña purificaba la lana pasándola repetidas veces por un pincho. La madre nos enseño el trozo de madera que se usaba para enrollar la lana. Finalmente quedaba un hilo que luego se utilizaba para fabricar los vestidos en el telar.
También vimos en una gran habitación una prensa de aceituna para sacar aceite. El aceite poco prensado no era para acompañar a las comidas sino para su uso en el templo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario