sábado, 4 de septiembre de 2010

La genealogía de Jesucristo y el sistema patriarcal

“Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo. Por tanto son catorce todas las generaciones desde Abrahán hasta David, y catorce generaciones desde David hasta la deportación a Babilonia, y también catorce las generaciones desde la deportación a Babilonia hasta Cristo” (Mt 1, 16 ).
Las 14 generaciones ligadas al nombre del rey David tienen mucho interés, pues se trata de un número simbólico. El evangelista buscó darle este sentido. Si tomamos las consonantes de la palabra David, vemos que son la D, la V y la D. En el alfabeto hebreo son la Dalet, la Vav y de nuevo la Dalet. La Dalet es la letra cuarta del alefato (Alfabeto hebreo) y la Vav es la letra sexta. De forma que quedaría el nombre de David como 4-6-4, que sumándolos nos daría 14. Así juega Mateo con el número de las generaciones antes del rey David, y de las generaciones que hubo después del rey David hasta el nacimiento de Jesucristo.
Vemos también que en estas generaciones aparecen los nombres de los hombres jefe de familia. Esto se debe a que la sociedad judía estaba concebida de manera patriarcal. El padre impone su nombre al hijo. Esto también sucede en la sociedad árabe. Incluso se llama a cualquier persona varón -ya sea niño, joven o mayor- como padre de alguien. Por ejemplo, en el caso del Primer Ministro Palestino Abu Mazen -el padre de Mazen- o Mahmoud Abbas, que es su nombre común. El nombre que se les da es padre de..., y se pone el nombre de su abuelo. Es decir su hijo primogénito se llamará -cuando lo tenga, si lo llega a tener- como su abuelo.
Ahora hablamos de la mujer. La mujer no puede estar sóla, sino que depende de una familia. Al comienzo depende de su padre en la familia donde ha nacido, pero cuando se casa pasa a depender de la familia de su marido. Si se quedara viuda tendría que aceptarla el pariente más cercano, quien de esta manera se entiende que la redime. Este hombre tendrá desde ese momento derecho sobre la mujer y recibirá los bienes que ha dejado el marido difunto.
Por eso se entiende que cuando la Virgen María se queda sin su esposo san José tiene que ir acompañada siempre por sus parientes más próximos. Si no estaría mal visto, tal y como estaba estructurada la sociedad de aquel tiempo.

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