El viernes 18 de marzo, volvimos con
don Álvaro al Santo Sepulcro, para hacer un buen rato de oración y celebrar la
Misa en el altar de la Magdalena. De nuevo don Álvaro se arrodilló ante el
sepulcro del Señor y en el lugar de la Crucifixión y visitó detenidamente la
Basílica.
Después fuimos a visitar el “Dominus
flevit”. Allí se le acercó un muchacho joven, español, de Valencia, que le
pidió a don Álvaro su bendición y le dijo que le gustaría hacerse una foto con
él, porque tenía un hermano del Opus Dei y le alegraría mucho tener ese
recuerdo. Enseguida se prestó a la foto, habló con el muchacho (el apellido era
Clarell) y le dio su bendición. En el coche, y rezando el Rosario, recorrimos
el Monte de los Olivos. Pasamos por el Hotel donde nos alojábamos y de allí nos
dirigimos al American Colony, donde almorzamos con todos los Numerarios del
Opus Dei que vivían en Jerusalem. Por la tarde fuimos al Huerto de los Olivos e
hicimos media hora de oración en la Basílica de la Agonía, ante la piedra por
la que don Álvaro, después de besarla, quiso pasar su cruz y su rosario. De
allí salimos para el Centro de las mujeres del Opus Dei y don Álvaro estuvo un
rato de tertulia con sus hijas. Camino de la sede del Centro, don Alberto
enseñó a don Álvaro una tumba del tiempo de Jesucristo muy restaurada y que da
una idea de cómo sería el sepulcro de Jesús. Después de estar un rato con sus
hijas, fuimos al Centro de los hombres, donde el Siervo de Dios quiso estar
otro rato con sus hijos, que le contaron anécdotas de su trabajo en Tierra
Santa. Don Alberto nos llevó al Hotel. Allí, en la habitación de don Álvaro,
siguiendo los textos que había escrito el Fundador del Opus Dei, precisamente
para leerlos en la vigilia de San José, pedimos al Señor, por la intercesión de
San José, por todas las personas que podría el Señor llamar a su Obra ese año.
Don Álvaro nos comentó que se unía a todas las oraciones que se estuvieran
haciendo ese día en todo el mundo, pidiendo al Señor vocaciones fieles para
servir a la Iglesia.
El sábado 19 de marzo, solemnidad de
San José, patrono del Opus Dei, fuimos con don Álvaro por la mañana a Belén. Ya
en el coche comenzamos nuestra oración leyendo los textos evangélicos sobre el
Nacimiento del Señor. Llegamos al “Campo de los pastores”, donde continuamos
nuestra oración y, cuando terminamos, visitamos las grutas y salimos para la
Basílica de la Natividad, donde don Álvaro concelebró e uno de los altares de
la gruta e hizo la homilía. Había mucha gente en aquel estrecho lugar. Entre
los asistentes estaban Aníbal y Laura y otros fieles de la Prelatura, como el
Sr. Puhl, español, que tiene un hijo también de la Obra. Después de la Misa don
Álvaro se arrodilló para besar la estrella que señala el lugar del Nacimiento
de Jesucristo. Volvimos a Jerusalem, pasando por el Muro de las lamentaciones.
Por la tarde, a las 4, volvió don Álvaro a Belén, para tener en el “Hotel
Paradise” una tertulia con un centenar de personas muy variadas (palestinos
católicos, algunos hebreos y ortodoxos, seminaristas alemanes que estaban
visitando los Santos Lugares con un sacerdote del Opus Dei, diplomáticos,
etc.). A las 6 de la tarde, en Jerusalem, el Siervo de Dios visitó al Patriarca
Sabbah. Después fue a estar otro rato con sus hijas, llevándoles de regalo una
caja de bombones. Cenó con sus hijos, para celebrar la fiesta de San José. A la
vuelta al Hotel, don Álvaro estaba cansado y con algunas dificultades
respiratorias. Lo examinó el Dr. Araquistain.
www.opusdei.org
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