sábado, 27 de septiembre de 2014

D. Álvaro en la Dormición y el Cenáculo

"El martes 22 de marzo, por la mañana, don Álvaro se encuentra bastante cansado. Lo notamos cuando salimos del Hotel y él mismo lo dice al Dr. Araquistain. Vamos al Monte Sión, leyendo en el coche los textos evangélicos de la última Cena del Señor. Hacemos un rato de oración en la Basílica de la Dormición. Antes de salir, don Alvaro quiso que compráramos unos iconos pequeños, para llevarlos a Roma de recuerdo a sus hijas e hijos. Luego vamos a visitar el Cenáculo, donde don Alvaro se arrodilla y reza con gran recogimiento. Luego pasamos a la iglesia que está cerca del Cenáculo, donde don Álvaro celebra la que será su última Misa. Concelebramos con él Mons. Echevarría, los dos sacerdotes de la Prelatura que residen en Jerusalem y yo. Asisten personas del Opus Dei. Al llegar el momento de la homilía, don Álvaro –muy cansado- le pide a Mons. Echevarría que haga él la homilía. Después el Siervo de Dios va al centro de las mujeres y al de los hombres. Quiere almorzar ese último día en Jerusalén con todos sus hijos que están allí y lo hacemos en el American Colony. Le aconsejamos a don Álvaro, terminada la comida, que descanse un rato, antes de salir para el Aeropuerto, porque se le nota muy cansado.

En el aeropuerto de Tel Aviv encuentra a hijas e hijos suyos. Está también el Embajador de Venezuela ante Israel, que desea acompañar a don Álvaro hasta el avión. Pasamos por muchos interrogatorios antes de salir. Don Álvaro saluda al piloto y al copiloto y el avión (el mismo en el que fuimos a Tierra Santa) despega a las 17,15.

Durante el viaje hacemos un rato de oración y rezamos la tercera parte del Rosario.Don Álvaro habla un buen rato con el copiloto, interesándose por él con mucho afecto.Nos comenta su emoción de esta visita a los Santos Lugares, y siempre trae a la memoria que San Josemaría no pudo llegar a tener aquí en la tierra esta alegría. Y una vez y otra agradecía al Señor haber tenido esta ocasión de visitar y rezar en la Tierra Santa.

A la llegada al aeropuerto de Ciampino, a las 21,15, estaban esperando al Siervo de Dios algunos matrimonios de supernumerarios del Opus Dei, que vivían cerca del aeropuerto, con sus hijos. Deseaban que el Siervo de Dios bendijera a sus familias. Me acuerdo que ofrecieron a don Álvaro unas flores y una bandeja de huevos frescos. Después de saludar y bendecir a estas hijas e hijos suyos, volvimos enseguida para casa. Don Álvaro estaba cansado por las horas del viaje, pero sereno. Al llegar a la sede de Bruno Buozzi saludó a los miembros del Consejo General y pasó a saludar un momento también a la Asesoría Central. Se concluía así el viaje a Tierra Santa del que comentó don Álvaro en el avión, cuando volvíamos: Estoy contentísimo de haber hecho este viaje; lo considero una caricia del Señor".



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