miércoles, 14 de octubre de 2009

Entrevista completa en Alfa y Omega

Agradezco mucho a la periodista Anabel Llamas la entrevista que me hizo y publicó la semana pasada en Alfa y Omega. Para los que no son españoles he de explicar que esta revista sobre cuestiones religiosas la publica el diario ABC en España todos los jueves. Por razones de espacio no pudo ser publicada entera. Por eso aprovecho ahora para reproducirla en su totalidad.

¿Qué hace un sacerdote español en Tierra Santa?
Soy un sacerdote del Opus Dei. La Obra está extendida por los cinco continentes y tiene vocación universal. Muchos Obispos de regiones donde no hemos comenzado solicitan al Obispo Prelado que vayan miembros de la Obra a sus países. Cuando vamos a vivir a un país nos proponemos hacernos del lugar. Poco a poco la gente va conociendo la Obra, y al cabo de un tiempo –cuando Dios quiere- empieza a haber vocaciones del propio país. Al cabo de unos años ya no hace tanta falta que vaya gente de fuera. Si la labor es difícil –depende de los sitios- siempre vienen bien refuerzos. En Tierra Santa llevamos pocos años todavía. Por tanto, que haya venido a vivir a Tierra Santa tiene que ver con la labor de la Obra en este país. Creo que era necesario explicar esto para responder a la pregunta. Pude saludar al Papa en su reciente viaje a Tierra Santa. Al decirle que era del Opus Dei y que llevaba tres años estudiando árabe, lo primero que le salió –pues conoce bien la Obra y la quiere mucho- fue decir: -Se ve la universalidad del Opus Dei.
He venido a Tierra Santa para servir a la Iglesia de esta manera, con la finalidad de promover la santificación de los cristianos en su vida ordinaria, en su vida familiar y en su trabajo profesional, ayudándoles a hacerlo con perfección y ofreciéndoselo a Dios. Pienso que esto es algo muy necesario en todo el mundo, pero en esta Tierra de un modo especial es importante la virtud de la justicia en el trabajo y en las relaciones sociales.
Cuando me dijeron si quería venir a vivir aquí me llevé un buen susto. Lo primero que pensé fue en las bombas. Después recordé la ilusión que me hacía conocer la Tierra del Señor, los lugares Santos. Finalmente –y esto es lo que más importaba- me atrajo poder servir a todas las personas que viven en estos lugares tan especiales, tanto árabes como hebreos. Me ilusionó aprender idiomas tan exóticos como el árabe y el hebreo para poder ayudarles. Además, cada vez hay más gente que viene de peregrinación. Es un impacto fortísimo poder rezar en los lugares Santos. Aquí hay mucha gracia de Dios, y es necesario que haya sacerdotes, pues somos dispensadores de Su gracia.
Principales dificultades con las que se ha encontrado en todo este tiempo.
Los idiomas son una dificultad grande. Ya sabía algo de inglés, y poco a poco lo he ido mejorando. Era necesario para entenderme, para atender a las personas, para la predicación. Pero el inglés no es el idioma del país. Los idiomas son el árabe y el hebreo. Unos meses antes de venir empecé a estudiar árabe clásico con un profesor libanés en Zaragoza. Cuando llegué aquí tuve que empezar de nuevo, pues el árabe dialectal es distinto, al menos en las palabras más usuales. En Jerusalén más o menos la gente habla inglés. Pero cuando iba a Nazaret me encontraba con personas que sólo hablaban árabe o hebreo. Después de estos años me manejo con el árabe, pero todavía noto que me queda. Cuando me sienta más seguro espero empezar con el hebreo. Muchas veces llaman a casa por teléfono y tengo que pasar al inglés si me hablan en hebreo. También hay muchos rusos en el país. Nos hemos encontrado personas que viven en lugares de Israel donde sólo hablan ruso. En fin, el problema de los idiomas aquí es grande. Pero nunca he dejado de entenderme con alguien que tuviera real interés en hablar conmigo.
Otra dificultad es la distinta cultura del país. Es una forma de vida distinta. Esto varía lógicamente si hablamos de árabes o hebreos. Son distintos, cada uno con sus modos de ver la vida y de actuar. Al haber tan pocos cristianos se echa en falta una cultura cristiana. Por ejemplo, en Jerusalén durante las navidades no se ven adornos navideños, ni belenes por las calles. Se ven algunos en la ciudad antigua. Para ver ese ambiente hay que irse a Belén.
También cansan bastante los constantes controles de seguridad requeridos por la situación. Al entrar o salir del país son notables los chequeos que nos hacen. También al desplazarse por la ciudad se ven muchos militares armados siempre. Hay mucha policía por las carreteras. En broma decimos que si no ves un coche de policía delante es que lo tienes detrás. Para ir a Cisjordania, hay que cruzar Check Points, a veces esperando tiempo para pasar, por las largas colas que se forman.
¿Qué idea tienen allí de España?
España, en general, se ve desde aquí como un país desarrollado que está pasando una crisis grande. No sólo crisis económica, sino sobre todo de valores. La moralidad pública en Tierra Santa, en general, está mucho más alta que en España.
Mi impresión es que se considera España y, en concreto, a los españoles como gente abierta, simpática y agradable de trato. Cuando me han contado árabes o judíos sus viajes a España siempre han vuelto encantados del país y de sus gentes.
También se conoce mucho el país por la afición que empieza a haber aquí al fútbol. Al comprobar que eres español en un Check Point a veces te dicen: ¡España. Real Madrid! o ¡Me gusta el Barcelona! Me ha llamado la atención ver cómo se sigue desde aquí el fútbol de Europa. Retransmiten muchos partidos, y la gente suele ser de un equipo europeo. Durante la Eurocopa, en Nazaret, muchas casas tenían colgando banderas de distintos países a los que apoyaban. Ahora, como España va bien deportivamente, se sigue mucho.
¿Cómo viven otros españoles que conoce allí?
Conozco algunos españoles que viven aquí, pero no les veo mucho. Casi siempre estoy con palestinos o israelíes. La verdad es que no es un lugar fácil para adaptarse, en parte por las dificultades que he contado antes: los idiomas, cultura distinta... Es una cultura y mentalidad oriental. Los españoles que conozco suelen estar pocos años, pues después tienen que abandonar el país. Muchos tienen ganas de regresar a España pues sienten la tensión del país. Esto se nota más en Jerusalén, pues es la ciudad deseada por todos. No me refiero a la tensión del miedo a que haya violencia o atentados terroristas –últimamente hay muchos menos-, sino a la inquietud que se respira en el ambiente. Al conducir por Jerusalén a veces queda reflejada la poca educación, enfados, se toca mucho el claxon… En otras partes del país, como Nazaret o Haifa, esto es distinto.
Cuenta usted en su blog que trabaja con niños, entre otros. ¿Cómo son los niños de allí…? ¿Cree que se parecen mucho a los españoles?
He atendido durante tres años los clubes que tenemos aquí, y he podido conocer bien a niños y niñas de estos lugares. Antes de venir –ya siendo sacerdote- también estuve con niños unos nueve años en Zaragoza. Los niños de aquí son iguales que en todos lados. Tienen las virtudes de los niños: sencillez, confianza, audacia… Y también las dificultades de la sociedad actual: se distraen mucho, están todo el día jugando con el ordenador o la Play Station. Si están fuera de su casa llevan siempre su móvil y no paran de jugar con él. Les encanta el fútbol y están pensando todo el día en jugar a ese deporte.
También, como he comprobado en España, para el trato con Dios –si se les enseña- tienen una piedad especial, facilitada por las virtudes que decía antes: sencillez, confianza… Les atraen mucho las cosas de Dios si se les presentan de forma adecuada. Muchas veces dan ejemplo a sus padres para que recen más y se acerquen a Dios. Mi experiencia es que -sean de la religión que sean- los niños, sobre todo son niños. Se les puede tratar con toda confianza. No están todavía maleados. Es más fácil que comprendan que todos somos iguales y que hay que querer a todo el mundo. Y en esas estamos.
¿Cómo encuentra la fe de los cristianos allí? La visión de muchos es muy pesimista. Hablan de que se sienten solos, la pobreza, el “ostracismo” por parte de los judíos… ¿Hay conversiones? ¿Es fácil vivir allí para un cristiano? Me imagino por otro lado que no es lo mismo Jerusalén o Tel Aviv
Los cristianos aquí tienen muy poca formación. No suelen conocer bien su fe, aunque tienen una profunda conciencia de su identidad cristiana. Viven de la tradición que han recibido de sus familias. Pertenecen a una religión determinada, y se agarran a eso con gran seguridad y convicción. Les falta conocer y profundizar en su fe. No suelen hablar de cuestiones de religión con otras personas, en parte porque les faltan ideas, argumentos. Esta es una de nuestras primeras labores aquí: dar formación cristiana. San Josemaría decía que el Opus Dei era una gran catequesis.
Otra tarea que también tiene que ver con la fe es el optimismo. Efectivamente la visión que nos encontramos aquí es muy pesimista. Muchos árabes cristianos han ido –poco a poco- abandonando esta Tierra para irse a vivir fuera. En líneas generales los que se quedan aquí conviven con la mentalidad de que no hay esperanza. Es cierto que algunos han visto cómo durante muchos años se intentaba conseguir la paz, y todavía no se ha alcanzado. Pero, eso se ha trasladado también sin darse cuenta, al aspecto personal: una visión de la vida negativa. Un árabe empresario de Nazaret se había propuesto dar charlas a chicos que terminaban el colegio. Quería transmitirles la idea de que si se quieren hacer cosas se puede. Para ello lo primero es huir de la mentalidad de que todo es muy difícil. Efectivamente, muchas veces no es fácil, pero si se quiere se puede.
Es verdad que hay lugares -especialmente en Cisjordania- donde las dificultades son mayores. Hay situaciones de pobreza, problemas reales para encontrar trabajo, fronteras cerradas que impiden el libre comercio. Por otro lado también hay dificultad para hallar –sobre todo las mujeres- hombres con quienes casarse. Y se dan con frecuencia situaciones muy duras en que cristianas se casan con musulmanes y dejan de ver a sus padres y hermanos.
Conversiones hay, como en todo el mundo. Pero son pocas. De todas formas se puede decir que hay un interés muy grande por el catolicismo. Lo comprobamos en el seguimiento del viaje del Papa a Tierra Santa. En esos días algunos policías me hicieron algunas preguntas sobre nuestra fe con verdadero interés. Muchos no cristianos están interesados en conocer mejor nuestra religión. Por ejemplo, en las Misas de nochebuena, la mitad de los asistentes no son cristianos, pero quieren conocer lo que hacemos.
La vida para un cristiano en Tierra Santa no es fácil, como en tantos otros sitios del mundo. Pongamos el caso más frecuente: el de los cristianos árabes. Su vida aquí es una vocación a mantener viva la fe en la Tierra donde nació, vivió, murió y resucitó nuestro Señor Jesucristo. A los que rezan y profundizan en la fe esto les llena de ilusión, y les lleva a quedarse y procurar formar un núcleo familiar cristiano que vaya poco a poco influyendo en la sociedad. Es necesario que así sea. Y esa es nuestra misión aquí. Nuestra Señora, Reina de Tierra Santa, nos ayudará para conseguir esto, y sabemos que nos protegerá en su Tierra mirándonos siempre con especial cariño.

miércoles, 7 de octubre de 2009

La costumbre del saludo en los árabes

Algo que llama la atención en el mundo árabe es la costumbre que tienen de saludarse prolongadamente y con mucha educación. Hay distintos tipos de saludos, y los usan con muchísima frecuencia. Sólo con los palabras que intercambian al encontrarse pueden pasar un buen rato hablando. Para ellos es una norma básica de cortesía. El problema es cuando uno tiene prisa o llega tarde a algún sitio. No es fácil saludar rápidamente. Quizá por eso el Señor en el Evangelio para indicarles que fueran directos y con cierta prisa a cumplir su misión, les animó a que no se pararan a saludar si se encontraban a alguien por el camino.
"Después de estas cosas, el Señor designó a otros setenta, a los cuales envió delante de Sí de dos en dos, a toda ciudad y lugar a donde Él había de ir. Y les decía: "La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. Id: he aquí que yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino". (Lc 10, 1-4)
En la lengua árabe el saludo es lo que primero se debería aprender, pues es lo que más se usa. Muchos saludos hacen referencia a Dios, dando gracias, acudiendo a su protección... Un ejemplo de conversación inicial, con algunos saludos típicos en el árabe coloquial, podría ser:
-ahlan wa sahlan. Bienvenido
-marhaba. Hola. Kif halak? ¿Como estás?
-Al Hamdou li-lah. Alabado sea Dios.
-Shu ahbarak. Que noticias tienes (como va todo)
-Shukran. Mniha. Gracias. Bien (Todas las cosas bien).
-Kif il-haal? ¿Cómo está la situación? (¿cómo te va?)
-Nushkur Alla. Demos gracias a Dios (demos gracias porque todo va bien)
-Kull ishi tamam? ¿Todo perfecto?
-in shaa' Allah. Si Dios quiere
-ma9 salame. La paz sea contigo.
-nshufak. Nos vemos.
En la época de nuestro Señor seguro que se saludaban así, utilizando estas expresiones que son tan características y que tienen siglos de tradición.

sábado, 3 de octubre de 2009

Nuestra Iglesia, la Iglesia del Calvario

Recientemente ha tenido lugar el Sínodo para Oriente Medio. Ha sido del 10 al 24 de octubre. Reproduzco algunas palabras de su Beatitud Mn. Fouad Twal, patriarca latino de Jerusalén, en una entrevista concedida a Radio Vaticana, tras las reuniones mantenidas la semana pasada para poner en marcha la organización del Sínodo, que llevaba por tema: “La Iglesia Católica en Medio Oriente. Comunión y testimonio. La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma”. Así hablaba el Patriarca:

“Nos sentimos felices por esta convocatoria del Sínodo para Medio Oriente y -considerando la situación que viven los cristianos y que vive toda la región, también los musulmanes, los judíos- hemos sentido la necesidad de poner sobre la mesa nuestros temores, nuestras angustias, nuestras aspiraciones, y quizá algunas propuestas para el futuro, con el fin de confirmar a nuestros fieles en su fe, consolidar su presencia contra esta hemorragia humana de la emigración. Sentimos la necesidad de estar junto a la Santa Sede, bajo el auspicio del Santo Padre, aquí en Roma. La Iglesia en el Medio Oriente es todavía una Iglesia del Calvario, una Iglesia que lleva la Cruz, y a menudo nos parece que este camino de Cruz no tiene un final. Venimos aquí ya heridos, sufriendo, pero también llenos de esperanza y, tras el paso del Santo Padre entre nosotros por Tierra Santa, Jordania, Palestina e Israel, vengo a pedir también la solidaridad y la oración de toda la Iglesia universal, exhortando a las Conferencias Episcopales, a los cristianos, a sentirnos unidos y responsables de la comunidad cristiana que se ha quedado en Tierra Santa. Es el mismo llamamiento que el Santo Padre hizo y que no hago sino repetir, pidiendo más oraciones, más solidaridad, más cercanía a nosotros y ¡seréis todos bienvenidos a Tierra Santa! Deseo que esta Tierra no permanezca para siempre como una tierra de conflicto. Nos toca a nosotros dar tiempo al tiempo, no perder nunca la esperanza. Uno de los aspectos fundamentales de los que se hablará en el Sínodo es la necesidad de la comunión entre los católicos de los diversos ritos. Luego, el diálogo con el Islam y con Israel. Son muchos los problemas que nos preocupan. Espero que se puedan remediar tantas angustias, tantos temores, tantos obstáculos, tantas dificultades como vivimos. Un día tendremos la alegría de vivir en paz, de tener una vida normal. No pedimos ningún privilegio. Queremos vivir como todos los otros pueblos una vida normal, y esto no lo tenemos todavía. El Señor nos lo dijo: “Si alguno quiere seguirme, que cargue con su Cruz. Nosotros la llevamos, en la esperanza de que tendremos un día la alegría de vivir en paz”.
Quería recoger esta entrevista y estas palabras de su Beatitud, pues pienso que pueden ayudar a quienes las lean para rezar más por la Iglesia en Tierra Santa.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Basílica del Santo Sepulcro III

El Franciscano Niccolo da Poggibonsi visitó Tierra Santa entre 1346-1350. Este es su relato: "Allí, dentro de la Iglesia, hay un total de 20 altares: porque cada confesión de cristianos tiene el suyo" . También afirma que el Santo Sepulcro es propiedad de un Sarraceno que: "abría la puerta, hacía entrar a la gente y los dejaba dentro por el tiempo que duraban tres Padrenuestros, después los llevaba fuera, y cerraba la puerta con llave". A finales del siglo XV el centro del poder Islámico fue transferido de la dinastía Mameluca de Egipto a los Otomanos Turcos. La armada turca causó grandes destrozos por todo el Mediterráneo. Hubo batallas contra los poderes de la Europa cristiana. Fueron rechazados en 1565. Bajo el nuevo dominio Turco la comunidad griega, convertida en súbditos del Imperio Otomano, trató de obtener la posesión de la Iglesia del Santo Sepulcro. En 1453 Mohammed II proclamó al Patriarca griego de Constantinopla como cabeza religiosa de todos los Cristianos que residían en su Imperio. Los Turcos se dan cuenta de que la Iglesia del Santo Sepulcro es un trofeo muy valorado que el sultán podía vender al mejor postor. Efectivamente en la época de Murad IV (1623-1640), varias partes del Santo Sepulcro cambiaron de mano seis veces, a favor del que mejor pagaba. Los Franciscanos no hubieran podido mantener esta costosa batalla si no hubiera sido por la ayuda de Francia que se convirtió en protectora de los Santos Lugares. En 1644 los Georgianos, incapaces de hacer frente a los gastos exigidos por los turcos, dejaron definitivamente la Basílica. Unos años después les siguen los Abisinios. Los Franciscanos adquirieron la mayor parte de las zonas abandonadas por otras confesiones. De hecho llegaron a tener en propiedad la practica totalidad de las capillas de la Basílica y el derecho exclusivo de celebrar la Misa en el Sepulcro. En 1676 el Patriarca Dosithens (Ortodoxo griego) hizo un arreglo con los turcos y obtuvo la exclusiva posesión de la Basílica del Santo Sepulcro para los Ortodoxos. Los Poderes Europeos se indignaron. Y, por fin, en 1690, los Franciscanos fueron reintegrados en sus derechos sobre la Basílica. De nuevo en 1767 los Griegos intentaron hacerse con toda la Basílica acusando ante el Sultán a los Franciscanos de diversas intrigas falsas. En 1860 el embajador francés General Aupick, en nombre de los países católicos, pidió que se reintegrara a los Franciscanos en los derechos adquiridos anteriores a 1767. El gobierno Otomano estaba dispuesto a aceptarlo pero el Zar Ruso Nicolás amenazó a los Tucos con romper relaciones diplomáticas.
Turquía se vio forzada por los rusos, y en 1862 dictó un firman disponiendo que el "Statu Quo " (el de 1767) se mantuviera. A todo esto hubo algún incendio más y la Basílica necesitaba urgentes arreglos. La restauración de la Iglesia comenzó en 1961 y está terminada desde 1997. Así, según se observa en la imagen, queda hoy en día repartida la Basílica del Santo Sepulcro.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Historia de la Basílica del Santo Sepulcro II

En 638 sucede una nueva ocupación, esta vez de los Sirios. Así es como el Patriarca de Alejandría, Eutichio (siglo X) describe los acontecimientos de la conquista: "Omar ibn al-Khattab asedió la ciudad. Sofronio, el Patriarca de Jerusalén, se entrevistó con él, y consiguió una carta de protección para la ciudad y sus habitantes. Omar ibn al-Khatab garantizó la salvaguardia de los lugares cristianos y prohibió a los suyos destruirlos o usarlos como viviendas". Al principio del siglo IX un violento terremoto dañó la cúpula de la Anástasis. Los daños fueron reparados en el 810 por el Patriarca Tomás. La iglesia fue incendiada en el 841. Una vez más, la iglesia fue incendiada en el 966 como venganza por la guerra perdida en Siria por el ejército Musulmán. Pero todos estos incendios sólo afectaron a las estructuras de madera que pudieron ser reparadas mediante un gran sacrificio de la ya empobrecida comunidad cristiana. Nuevamente la Iglesia volvió a ser incendiada por los Musulmanes en el 978 y el fuego rodeó a la basílica, al jardín del claustro y también a la Anástasis. En el 1009 el Califa de Egipto al-Hakim explícitamente ordenó la destrucción sistemática de la Iglesia. El historiador árabe Yahia ibn Said describe así los acontecimientos: "El hecho santo comenzó el año 400 de la Egira (1009 de nuestro calendario). Solamente las partes de difícil acceso no fueron dañadas". Empezaron por demoler la tumba misma, la cúpula y las partes altas del edificio hasta que los restos que se juntaron a sus pies bloquearon su destrucción. Durante once años se les prohibió a los cristianos visitar los destrozos, tampoco se les permitió rezar en las ruinas. Pasado este tiempo se firmó un tratado de paz entre el emperador Bizantino Argirópulos y el sucesor de al-Hakim en el que se estipuló la reconstrucción del Santo Sepulcro. Los trabajos comenzaron bajo el emperador Constantino Monomaco. Los arquitectos llegaron a la conclusión de que era imposible restaurar la totalidad de la estructura Constantiniana. Así que optaron por conservar solamente la Anástasis con un ancho ábside hacia el este y varias pequeñas capillas. Estos trabajos se hicieron entre el 1042 y 1048. La Basílica estaba reconstruida aunque Jerusalén seguía en poder de los árabes musulmanes. Los cruzados conquistaron Jerusalén el 15 de julio del 1099, y enriquecieron mucho la Iglesia. Jerusalén cayó ante el ejército de Saladino en 1188. La iglesia del Santo Sepulcro fue cerrada y nadie podía oficiar en ella. De hecho el peregrino Titilar en el 1217 observó que la Iglesia del Santo Sepulcro estaba siempre cerrada y que las puertas se abrían solamente para los peregrinos que pagaban bien. El mundo cristiano protestó enérgicamente y el Sultán Ajub se disculpó en 1246 ante el Papa Inocencio IV. También le informó de que había dado las llaves de la Basílica a dos familias musulmanas quienes se harían cargo del lugar. Estos guardianes de las llaves del Santo Sepulcro abrían la iglesia sólo en ciertos días y previo pago. Todavía hoy miembros de esas familias guardan las llaves, abren y cierran la Basílica. En esta época peregrinos de Mesopotamia, Egipto, Armenia, Etiopía, Siria, Grecia y Georgia se establecieron alrededor del Santo Sepulcro. La reina Tamara de Georgia hizo un arreglo con el sultán de Egipto, que permitía a algunos Georgianos vivir dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro. Es un período muy oscuro. Funcionarios musulmanes sin escrúpulos jugaban con la vida de los cristianos para permitirles entrar en este santo edificio. El santuario decaía poco a poco. Los mosaicos de las paredes se iban deteriorando y junto con ellos la totalidad de la estructura comenzó a venirse abajo.Las potencias europeas, después de fracasar en varios intentos por la conquista de los Santos Lugares trataron de lograr acuerdos. Angió y Sancha de Mallorca, reyes de Nápoles (1309-1345), tuvieron éxito después de largas negociaciones y grandes sumas de dinero para obtener de Melek en-Nazer una residencia oficial para la comunidad latina de Jerusalén dentro del Santo Sepulcro. Con la aprobación del Papa Clemente VI esta responsabilidad fue otorgada a los Franciscanos en 1335. Los Franciscanos recibieron la Capilla de la Aparición de Cristo que desde entonces nunca han abandonado.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Historia de la Basílica del Santo Sepulcro I

El día 14 celebramos la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Alrededor de esta fiesta -las tres próximas semanas- hablaré de la historia del lugar donde estuvo la Cruz del Señor, de la Basílica del Santo Sepulcro, que abarca tanto el lugar donde murió como el lugar donde resucitó. Durante los años siguientes a la muerte de Jesús los cristianos de la Iglesia madre de Jerusalén acudían a rezar a estos lugares. Pero enseguida comenzaron los problemas, pues en el año 70 Jerusalén fue sitiada y destruida por Tito. El Emperador Adriano sofocó otra revuelta más en el 135, y decidió demoler toda la ciudad de Jerusalén con el objeto de borrar los lugares que podrían ocasionar nuevos disturbios entre los judíos. Prohibió la presencia judía en la nueva ciudad y cambió su nombre por el de Aelia Capitolina. Una comunidad gentil-cristiana siguió viviendo en Jerusalén y aseguraron la continuidad, que luego fue clave para la identificación de los lugares sagrados. Adriano rellenó la cantera con inmundicias y escombros, niveló el terreno y construyó justo sobre el Calvario un templo a Venus diosa del amor. Escribe Eusebio de Cesarea (265-340): "Sucedió entonces que personas impías y ateas, pensaron retirar por completo de la vista de los hombres estos lugares. Suponían, dentro de su locura, que así podrían enterrar la verdad. Con ese fin trajeron una cantidad de desechos desde lejos y con mucho esfuerzo recubrieron totalmente el lugar; luego, habiendo llevado esto a una altura moderada, lo pavimentaron con piedras, escondiendo la cueva sagrada bajo el masivo montón. Después, como si su intento se hubiera llevado exitosamente a cabo, construyeron sobre esta base, un verdadero sepulcro de almas, mediante la construcción de un altar de ídolos sin vida para el espíritu impuro al cual llaman Venus". El Calvario y el Sepulcro permanecieron enterrados 180 años. Hasta que en 325, durante el primer concilio de Nicea, el obispo de Jerusalén, Macarios, pidió al Emperador Constantino que destruyera los templos paganos construidos encima de los lugares sagrados de la Ciudad. El Emperador, decretó la demolición de los templos paganos y ordenó profundizar hasta encontrar la roca del Calvario y el Sepulcro. Sigue escribiendo Eusebio de Cesarea: "Apenas la superficie original del piso, que estaba debajo de la tierra, apareció inmediata y contrariamente a todas las expectativas, el venerable y respetado monumento a la Resurrección de Nuestro Señor fue descubierto. Entonces realmente esta santísima cueva presentó una fiel similitud con Su regreso a la vida, en que después de haber yacido enterrado en la obscuridad, de nuevo emergió hacia la luz." La construcción de la Basílica Constantiniana significó un cambio completo en la topografía del lugar. Para ubicar este monumento los arquitectos aislaron la tumba del resto de la cantera en los flancos norte y oeste. Así, la tumba, que estaba en la fachada oeste de las murallas de la cantera, terminaba sosteniéndose libremente en el centro de un amplio espacio vacío.
Santa Elena fue a Jerusalén con los trabajadores que su hijo, el emperador Costantino, le proporcionó. Estuvo excavando en el sitio donde se hallaba el monte Calvario. Allí encontró la Cruz verdadera. Lo comprobó a través de una persona enferma que, al tocar el madero auténtico donde murió el Señor, quedó curada. En la imagen aparece la capilla de Santa Elena, que fue construida en los subterráneos de la Basílica constantiniana. En esta estrecha cavidad de la roca Santa Elena encontró también los clavos y el título de la condena (Jn 19,19-22).
Mas adelante, el peñasco del Gólgota fue recortado en los flancos norte y oeste para dar lugar a la nueva construcción. El 20 de mayo de 614, Jerusalén fue conquistada por los Persas. Según palabras recogidas por el Patriarca Eutichio en los Anales "Cosroe envió a su general Scharbaraz…, y quemó la iglesia del Calvario y del Sepulcro". Esto fue un tremendo golpe, casi todas las iglesias fueron arrasadas, todas las reliquias robadas y muchas personas muertas y enterradas en una cueva en Mamilla". Pero para el año 622 el emperador Heraclio ya había recobrado todo el territorio y forzado a los persas a devolver los trofeos de guerra entre los cuales estaba la reliquia de la Santa Cruz, que fue devuelta a la Iglesia del Santo Sepulcro el 20 de marzo del 630.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Cafarnaum

Uno de los lugares más interesantes para visitar del mar de Galilea es Cafarnaum. En 1894 la Custodia Franciscana , por mediación de fray Giusepppe Baldi, de Nápoles, logro recobrar de los beduinos las ruinas de la sinagoga y buena parte de la antigua Cafarnaum. Estaba muy mal conservado el lugar, y se hicieron unas excavaciones importantísimas. Esta fotografía está realizada en 1894. En Cafarnaum Jesús podía llegar a ver a mucha gente, pues era un lugar de paso y muy comercial. Se encontraba en una gran arteria q conducía de Beisán a Damasco. En cambio, Nazaret era una aldehuela montañosa aislada, por lo cual Jesús preferiría pasar tiempo en Cafarnaum, lugar en el que convivían judíos y romanos. Cafarnaum tenía una población muy variada: agricultores, artesanos, comerciantes, recaudadores. Allí no había graves desigualdades economicas. Como se puede leer en el Evangelio, entre los romanos y los judíos se llevaban bien, y de hecho fue un centurión romano quien les construyó la sinagoga a los judíos, y los ancianos del pueblo dijeron a Jesús q curara a su criado. Jesús dirigió su mensaje a esta gente laboriosa y de mente abierta, y eligió de esta misma comunidad a la mayoría de sus discípulos: a los pescadores, pero también a Mateo, publicano y recaudador de impuestos.
La casa de Pedro, donde vivía Jesús, se encontraba unos 30 metros al sur de la sinagoga. Se sabe que es la casa de Pedro por la estrechísima relación que hay entre los datos arqueológicos y las fuentes literarias. Desde finales del siglo I una parte de esa casa se convirtió en domus ecclesiae. En el siglo IV esa se amplia y aísla del resto del poblado con una recia valla. En la segunda mitad del siglo V se construye una iglesia, de estructura octogonal, erigida alrededor de una anterior de una sola habitación, que era la del siglo I. En esa casa se encontraron varios graffiti, monogramas y símbolos. Los idiomas en que se encontraron las inscripciones eran: 151 muestras en Griego, 13 en Paleo-Estrangelo, 9 en Arameo y 2 en latín. Datan del s. II en adelante y eran inscripciones del nombre de Jesús, Señor, Cristo. O también expresiones como Amén. En las casas de al lado se observa como los techos eran planos. No se veía desde fuera pero estaba cubierto con vigas y tapado con paja. Se entiende que pudieran bajar al paralítico sus amigos y bajarlo por el techo.
La sinagoga del pueblo también es de los sitios en los que estuvo Jesús con toda seguridad. La de abajo es del siglo I, la del centurión romano. La de arriba del siglo IV. La tradición era construir las sinagogas encima o donde ya se encontraban las antiguas. Las piedras negras de debajo son del antiguo edificio o sinagoga del siglo I. Jesús en la sinagoga de Cafarnaum expulsó a un demonio impuro. Allí también proclamó el discurso del pan de vida y muchos de sus discípulos se fueron abandonándole.
Jesús condenó a Cafarnaúm, Corozaín y Betsaida por su incredulidad. Nunca más viviría nadie en esas ciudades. Esa maldición del Señor se ha cumplido exactamente. Así como Tiberiades sigue existiendo, esas otras ciudades fueron destruidas y ya nadie las habitó.