Hoy he celebrado los oficios en el Calvario. Por el status quo, también se celebran por la mañana temprano. Para poder entrar en el Santo Sepulcro he salido en procesión desde el Patriarcado, con el Patriarca, los sacerdotes y los franciscanos. Desde allí -también en procesión- hemos subido al Calvario y, en ese lugar tan impresionante, donde murió el Señor, he podido revivir la Pasión y adorar la Cruz. En esta imagen se ven las dos zonas del Calvario. La de la derecha con un mosaico de Jesús mientras es clavado en la Cruz. En el medio la Virgen dolorosa, con una espada que le traspasa el alma. A la izquierda el lugar de la Cruz, donde está el altar debajo del cual se encuentra el agujero donde estuvo metida la Cruz de nuestro Señor.
No cabía un alfiler. Cuando llegamos los sacerdotes, nos dejaron pasar primero. Había mucha gente esperando en la parte de abajo a que subiéramos. Una vez lo hicimos todos los sacerdotes y franciscanos, lo intentaron muchas personas, pero sólo dejaron subir a algunas. Ya casi no cabía nadie más. Mucha gente se ha tenido que conformar con seguir la ceremonia desde abajo. El Evangelio cantado de la Pasión del Señor impresionante. El coro muy bien preparado ayudaba mucho. Se te ponía la piel de gallina pensando en lo que estábamos viviendo y el sitio donde lo rememorábamos. Especialmente emocionante fue el momento de la muerte del Señor cuando todos nos pusimos de rodillas. El silencio se cortaba, se podía oír la respiración de la gente. El sacerdote que cantaba la Pasión haciendo de Jesucristo, en el momento en que se dijo que Jesús expiró, se acercó al altar -debajo del cual está el agujero donde metieron la Cruz- se metió debajo y lo besó. La ceremonia prosiguió con la adoración de la Cruz. Pudimos besar una Cruz que tenía en el centro un lignum Crucis. No eran fáciles los movimientos, pero todo se llevaba bien pensando lo que estábamos reviviendo y dónde nos encontrábamos. En total fueron más de dos horas en ese reducido espacio. Acabamos cansados, pero muy contentos por lo que habíamos vivido.
Después fui a hacer el Via Crucis por la via Dolorosa con el Patriarca y los seminaristas. Íbamos haciéndolo justo antes del tradicional Via Crucis tienen los franciscanos. Hacíamos paradas en las estaciones, y el Patriarca leía la que correspondía. Seguíamos por las calles atestadas de Jerusalén rezando después de cada estación y cantando. Terminamos las últimas estaciones en el Calvario de nuevo y en la Tumba del Señor.
Muchas impresiones para un mismo día. Mañana, si Dios quiere, contaré la Vigilia Pascual, que en el Santo Sepulcro -también por el status quo- tiene lugar por la mañana temprano. Hay que prepararse para concelebrar nada menos que los oficios de la Pascua de Resurrección en mismo lugar desde donde Resucitó el cuerpo del Señor.
1 comentario:
Muchas gracias por el gran esfuerzo de encontrar tiempo para escribirnos en estos días santos.
El cansancio que supone es proporcional al bien que nos hace.
Cristóbal.
Almería (España).
Publicar un comentario