“Aquel día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del mar. Se reunió junto a él tal multitud que hubo de subir a sentarse en una barca, mientras toda la multitud permanecía en la orilla. Y se puso a hablarles muchas cosas en parábolas. (…) Los discípulos se acercaron a decirle: ¿Por qué les hablas en parábolas? El les respondió: A vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no se les ha dado.Porque al que tiene se le dará y abundará, pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará.Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Con el oído oiréis, pero no entenderéis, con la vista miraréis, pero no veréis” (Mt 13, 1-3; 10-14).
La palabra Etim viene del griego parabola, comparación. Las parábolas son relatos, historias escuetas, claras, sencillas, y su finalidad es transmitir una enseñanza del modo más comprensible y fácil de recordar. En todas destaca la pequeñez de los comienzos; y el crecimiento progresivo de este Reino; su fuerza regeneradora para los llamados por Dios a la salvación, que alcanzarán si corresponden a esa llamada. Jesús predica utilizando parábolas, es decir, ejemplos vivos, imágenes tomadas de la vida ordinaria, dándoles contenidos ricos y amplios. Después un año de recorrer los caminos de Palestina, predicando el Evangelio del Reino y confirmando su doctrina con innumerables milagros. Muchos creen después de oirle, otros no. Jesús habla del Reino de Dios con tacto y utiliza parábolas en las que, sin ocultar que está diciendo cosas nuevas incita a los oyentes a interesarse y les advierte: "Quién tenga oídos para oír, que oiga". Entenderán los que tengan un corazón dispuesto a la conversión a Dios con el rechazo del pecado, también en sus formas más sutiles.
La palabra Etim viene del griego parabola, comparación. Las parábolas son relatos, historias escuetas, claras, sencillas, y su finalidad es transmitir una enseñanza del modo más comprensible y fácil de recordar. En todas destaca la pequeñez de los comienzos; y el crecimiento progresivo de este Reino; su fuerza regeneradora para los llamados por Dios a la salvación, que alcanzarán si corresponden a esa llamada. Jesús predica utilizando parábolas, es decir, ejemplos vivos, imágenes tomadas de la vida ordinaria, dándoles contenidos ricos y amplios. Después un año de recorrer los caminos de Palestina, predicando el Evangelio del Reino y confirmando su doctrina con innumerables milagros. Muchos creen después de oirle, otros no. Jesús habla del Reino de Dios con tacto y utiliza parábolas en las que, sin ocultar que está diciendo cosas nuevas incita a los oyentes a interesarse y les advierte: "Quién tenga oídos para oír, que oiga". Entenderán los que tengan un corazón dispuesto a la conversión a Dios con el rechazo del pecado, también en sus formas más sutiles.
En cuanto al estilo literario, las parábolas de Jesús ofrecen mucha más variedad y belleza que las que se suelen encontrar leyendo las de otros maestros. En las parábolas rabínicas los protagonistas son normalmente unos personajes estereotipados: un amo y sus criados, un rey y sus súbditos, un amo o un rey y sus hijos, son los casos más corrientes. Pero en la predicación de Jesús, las incidencias de la actividad ordinaria ilustran con viveza la enseñanza y proporcionan incentivos para reflexionar acerca de los misterios más altos. Por ejemplo, los pequeños problemas que se presentaban en la vida diaria de la gente del pueblo debido a las condiciones materiales en las que vivían sirvieron a Jesús para ilustrar de modo gráfico sus enseñanzas.