El día siguiente, miércoles 16 de
marzo, visitamos el lugar de la multiplicación de los panes y los peces junto
al lago Tiberíades. Rezó allí el Siervo de Dios y quiso colocar su cruz
pectoral y el rosario sobre la piedra que está debajo del altar de la iglesia.
Se detuvo a contemplar aquellos campos y el lago. Seguimos hasta Tabgha,
rememorando la pesca milagrosa, el encuentro de los discípulos con Cristo
Resucitado, el “Simón, ¿me amas?...”. En estas ocasiones, don Álvaro siempre
solía recordar los comentarios que había oído a San Josemaría a lo largo de
tantos años a su lado. Entramos en la iglesia, después de habernos santiguado
con agua del lago. Quiso besar la piedra que sirvió de mesa a Jesucristo y a
los discípulos. También sobre esta piedra el Siervo de Dios quiso colocar
cruces y rosario. Un franciscano e la Custodia de aquel Santo Lugar trajo a don
Álvaro una estola empleada por el Papa Pablo VI en su visita a aquella iglesia
y le pidió que se la pusiera y bendijera a los peregrinos que allí estaban. Don
Álvaro lo hizo enseguida. Quiso que recitáramos allí un Credo y rezáramos por
el Papa.
Después fuimos a la Basílica de las
Bienaventuranzas. Allí hicimos un rato de oración y celebramos la Santa Misa en
el altar mayor. Al salir, don Álvaro se quedaba admirando desde allí, con gran
recogimiento, el lago y los campos por los que Jesucristo había pasado. Fuimos
a Cafarnaun, donde vio la casa de Pedro y la sinagoga. Quiso que allí, después
de leer textos del Evangelio relativos a aquel lugar, volviéramos a recitar un
Credo y rezáramos una oración a San Josemaría (entonces Beato), pidiendo por la
Iglesia.
Don Álvaro tenía deseo de volver por la
tarde al lago de Genesaret y poder hacer un buen rato de oración en barca, en
medio del lago. Tratamos de buscar al final de la mañana a alguien que nos
pudiera alquilar una barca. Fue una búsqueda larga y no conseguimos encontrar
lo que queríamos. Durante este rato de búsqueda se descargó la batería del
coche y tuvimos que esperar bastante tiempo, hasta que una persona que pasaba
nos cargó la batería. La vuelta a Nazaret fue a las 14,30. Y tuvimos que
renunciar a la barca. Volvimos por la tarde a la costa del lago, en Tabgha. Y
allí, en la orilla, sentados sobre un tronco de pino, hicimos un rato de
oración (de 17,40 a 18,10), leyendo textos del Evangelio relativos a hechos de
Jesucristo en el lago de Genesaret.
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