sábado, 27 de junio de 2009

Hebrón. Las tumbas de los patriarcas.

En Hebrón hay una mezquita donde tradicionalmente se encuentra la tumba de los patriarcas Abrahám, Isaac y Jacob. Abrahám -dice el Antiguo Testamento- compró un terreno en Quiriat Arba, al lado de Hebrón. Por encontrarse aquí estas tumbas ha habido presencia contínua judia desde siempre hasta 1929, en el que hubo conflicto. Después la presencia de los hebreos en ese lugar ha sido a través de diversos asentamientos. Es un sitio en el que no he podido estar todavía. Me envían una colaboración contando la visita a este lugar tan interesante.

"Ayer tuve la oportunidad imprevista de ir a Hebrón, en Cisjordania, Palestina. Me ilusionaba tanto la posibilidad de ver la tumba de Abraham, que siempre me ha parecido un personaje un poco lejano, no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. Por eso, cuando me hablaron de ir a Hebrón, no me lo pensé dos veces. Seguramente es la primera y última vez, puesto que pronto termina nuestra estancia en Tierra Santa. Es cierto que ir a estas tierras entraña cierto peligro, hay que cruzar check points en medio de la ciudad. Es muy conveniente ir acompañado de un guía local. A nosotras nos acompañó Walid, que trabaja en la organización Hebron Rehabilitation Committee, apoyada por el gobierno español a través de Cooperación Española. Primero nos mostró una presentación sobre la actual situación del centro antiguo de la antiquísima ciudad de origen cananeo. Dividida, fragmentada en partes sin conexión posible entre sí, por la cuña que hacen los colonos judíos ultraortodoxos que van tomando posiciones en cada casa abandonada, o derruida por la última guerra. De ahí que la asociación de Walid busque rehabilitar el mayor número posible de casas y alquilarlas. Así se consigue evitar que los colonos se adueñen de partes clave del centro de la ciudad, e impidan todavía más el contacto entre la gente palestina. Porque palestinos y colonos judíos viven juntos, muy juntos, en Hebrón. En ningún sitio como aquí se puede ver esa “convivencia” forzada. Los judíos son superiores en fuerza, armamento, medios, como en todas partes… Un ejemplo más de esa cercanía a pesar de las vallas y los pasos controlados, es la Mezquita de Abraham, que en el lado judío es Sinagoga, naturalmente. Nada para los cristianos, que también somos hijos de Abraham. Cuando se entra en la Mezquita, hay que descalzarse, claro, y –como mujeres- cubrirse cuerpo y cabeza con unas capas con caperuza preparadas ad hoc. Me puse de frente al Mirhab, el lugar santo para los musulmanes, donde adoran la presencia de Dios, y recé un padrenuestro mirando los restos de la metralla que dejó en una columna el colono enloquecido que, en 1994, entró durante la oración y mató a decenas de fieles. La primera Intifada. Él también murió unos metros más allá, seguramente iba ya preparado para ello…
La tumba del Patriarca Abraham, o más bien su catafalco, se encuentra en una habitación cerrada a la que no se tiene acceso. Se puede mirar por una ventana enrejada, y al fondo se divisa a los colonos judíos, que hacen lo propio desde su ventana. Los restos de Abraham, en realidad, están a 17 metros bajo ese nivel. Desde un ventanuco en el suelo se divisan las velas que han colocado al fondo del pozo, para que uno pueda hacerse a la idea de cuán profundos están los restos. En la amplia sala de la Mezquita encontramos también las tumbas de Isaac y Rebeca. Es muy emocionante estar junto a ellas, pero entristece saber que las de Jacob y Lía no se pueden visitar, porque están en el lado judío… De todas maneras, los judíos sólo pueden visitar las de Jacob y Rebeca 9 días al año, coincidiendo con las festividades judías. E imagino que, como cristiano, es posible entrar en la Sinagoga. Ya en el Génesis se hace referencia a esta ciudad, porque aquí compró Abraham una cueva con la intención de enterrar en ella a su mujer, Sara, cuya tumba se encuentra a la entrada del complejo. Fue el primer trozo de tierra prometida, de Canaán, que compró Abraham, de ahí el valor para los judíos, que se basan en esto para reclamar que siempre estuvieron presentes en Hebrón y pusieron el grito en el cielo cuando comprobaron que la ciudad había caído dentro de los territorios adjudicados a los palestinos. Unos y otros dicen tener razón, y ambos la pierden por los métodos violentos que utilizan. Hebrón, la ciudad cananea donde David fue proclamado rey de Israel, espera una nueva oportunidad para la paz.
Cristina Moreno Alconchel

sábado, 20 de junio de 2009

Año del Sacerdocio. Adopta un sacerdote.

Año del Sacerdocio

El Papa ha convocado un año del sacerdocio. Empezó el pasado 19 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Es un año para profundizar en el sacerdocio, rezar por los sacerdotes y pedir al Señor que envíe vocaciones sacerdotales. Copio algunas de las palabras del Papa en la carta que anuncia este año:
"He resuelto convocar oficialmente un "Año Sacerdotal" con ocasión del 150 aniversario del "dies natalis" de Juan María Vianney, el Santo Patrón de todos los párrocos del mundo, que comenzará el viernes 19 de junio de 2009, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús -jornada tradicionalmente dedicada a la oración por la santificación del clero-. Este año desea contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo, y se concluirá en la misma solemnidad de 2010"
El Papa ha puesto como modelo a San Juan Maria Vianney, el Santo Cura de Ars. Seguía diciendo en su carta el Santo Padre: "La enseñanza y el ejemplo de san Juan María Vianney pueden ofrecer un punto de referencia significativo. El Cura de Ars era muy humilde, pero consciente de ser, como sacerdote, un inmenso don para su gente: "Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina". Hablaba del sacerdocio como si no fuera posible llegar a percibir toda la grandeza del don y de la tarea conf iados a una criatura humana: "¡Oh, qué grande es el sacerdote!" (...) "Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros".
El Papa ha insistido mucho en la necesidad de cuidar al Señor en la Eucaristía, viviendo muy bien la Santa Misa, y también de acudir con frecuencia al Sacramento de la Penitencia. Recojo unas palabras de esta carta que expresan muy bien, a través de la vida del Santo cura de Ars, lo que el Santo Padre nos quiere transmitir de la piedad con la que hemos de procurar acudir a estos sacramentos: "Les decía: "Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios". Estaba convencido de que todo el fervor en la vida de un sacerdote dependía de la Misa: "La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. Dios mío, ¡qué pena el sacerdote que celebra como si estuviese haciendo algo ordinario!". Siempre que celebraba, tenía la costumbre de ofrecer también la propia vida como sacrificio: "¡Cómo aprovecha a un sacerdote ofrecerse a Dios en sacrificio todas las mañanas!". Esta identificación personal con el Sacrificio de la Cruz lo llevaba -con una sola moción interior- del altar al confesonario. Los sacerdotes no deberían resignarse nunca a ver vacíos sus confesonarios ni limitarse a constatar la indiferencia de los fieles hacia este sacramento. En Francia, en tiempos del Santo Cura de Ars, la confesión no era ni más fácil ni más frecuente que en nuestros días, pues el vendaval revolucionario había arrasado desde hacía tiempo la práctica religiosa. Pero él intentó por todos los medios, en la predicación y con consejos persuasivos, que sus parroquianos redescubriesen el significado y la belleza de la Penitencia sacram ental, mostrándola como una íntima exigencia de la presencia eucarística. Supo iniciar así un "círculo virtuoso". Con su prolongado estar ante el sagrario en la Iglesia, consiguió que los fieles comenzasen a imitarlo, yendo a visitar a Jesús, seguros de que allí encontrarían también a su párroco, disponible para escucharlos y perdonarlos. Al final, una muchedumbre cada vez mayor de penitentes, provenientes de toda Francia, lo retenía en el confesonario hasta 16 horas al día. Se comentaba que Ars se había convertido en "el gran hospital de las almas"."
Y terminaba con estas palabras: "Confío este Año Sacerdotal a la Santísima Virgen María, pidiéndole que suscite en cada presbítero un generoso y renovado impulso de los ideales de total donación a Cristo y a la Iglesia que inspiraron el pensamiento y la tarea del Santo Cura de Ars. Con su ferviente vida de oración y su apasionado amor a Jesús crucificado, Juan María Vianney alimentó su entrega cotidiana sin reservas a Dios y a la Iglesia. Que su ejemplo fomente en los sacerdotes el testimonio de unidad con el Obispo, entre ellos y con los laicos, tan necesario hoy como siempre. A pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: "En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza el futuro. Queridos sacerdotes, Cristo cuenta con vosotros. A ejemplo del Santo Cura de Ars, dejaos conquistar por Él y seréis también vosotros, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz".

Adopta un sacerdote

Este año nos podemos proponer todos rezar más por los sacerdotes. Una buena idea, que ya sugirió hace algunos años http://www.catholic.net/, es la de adoptar un sacerdote para rezar por su ministerio. Ya lo hizo Santa Teresita del Lisieux en distintas ocasiones pidiendo por sacerdotes que estaban trabajando en lejanos países de misión. Ella misma escribía al Padre Roulland: «Me siento verdaderamente dichosa de colaborar con usted en la salvación de las almas. Con este fin me hice Carmelita. ¡No pudiendo ser misionera de vanguardia, quise serlo por el amor y la penitencia».

Si entras en esta página lo puedes hacer. Los sacerdotes que desean ser adoptados y los fieles que desean rezar por ellos se inscriben. Desde esa página web se les asigna un sacerdote, por el que se comprometen a rezar unas oraciones. El link es el siguiente: http://es.catholic.net/oracionsacerdotes/listado.php

sábado, 13 de junio de 2009

El Cenáculo cristiano

En la Solemnidad del Corpus Chirsti quiero hablar del lugar donde se instituyó la Eucaristía. Ese sitio está bajo propiedad de los judíos. Fue requisado a los franciscanos alegando que allí estaba la tumba del rey David. Los franciscanos adquirieron un terreno cercano al lugar. Allí tienen un convento que se llama de San Salvador. En cualquier caso los franciscanos siguen llamándose “guardianes del Monte Sión”. En la Iglesia Católica se están haciendo intentos para recuperar el lugar auténtico del Cenáculo. Después del último viaje del Papa se comenta que ha habido conversaciones en este sentido. Recemos para que lleguen a buen término y el Cenáculo vuelva a manos cristianas.
La iglesita del Convento se le llama de forma común en italiano el “Cenacolino”. Ahí -haciendo la pertinente reserva- se puede celebrar la Santa Misa. Recuerdo lo que me dijo un sacerdote mayor cuando le dí la noticia de que me venía a Tierra Santa:
-Tendrás que prepararte muy bien para celebrar la Santa Misa en el Cenáculo. Es un momento especialmente importante para un sacerdote.
Efectivamente, se trata del lugar de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio. He tendido la fortuna de celebrar varias Misas en ese lugar y es impresionante.
Pero además, para los miembros del Opus Dei, cooperadores y amigos, aparte de todas las personas que tienen devoción al que fue Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo, es especial también ese lugar. Allí celebró su última Misa d. Álvaro en 1994. No había podido visitar nunca la Tierra de Jesús, y le hacía muchísima ilusión. Por fin, pudo realizar una peregrinación a Tierra Santa como regalo que le hicimos sus hijos por su 80 cumpleaños. La última Misa de su vida fue en Tierra Santa, precisamente en el lugar de la institución de la Eucaristía. Por la tarde volvería a Roma, y esa misma noche falleció. El Papa Juan Pablo II recordó la gracia de Dios tan grande que había recibido d. Álvaro, de poder celebrar la última Misa de su vida en el Cenáculo. Ahora está abierto su proceso de Beatificación.
En cualquier caso el "Cenacolino" es un lugar que hay que visitar. Al menos para hacer la visita al Santísimo, pues allí está -reservado en el Sagrario- el mismo Jesucristo, con su Cuerpo y con su Sangre.

sábado, 6 de junio de 2009

Seguridad israelí en la visita del Papa.

Las medidas de seguridad que se organizaron en Israel para la venida del Papa merecen una atención especial. Con unas breves anécdotas creo que los lectores se harán cargo del nivel de seguridad que llegamos a tener. El día 11 llegó el Papa a Jerusalén. Por la tarde, tendría lugar el encuentro en el auditorio de Notre Dame con instituciones que trabajan en labores ecuménicas. Notre Dame es un enorme albergue para peregrinos, construido por los franceses en 1888, que está al lado de donde vivo. El encuentro estaba programado para la 18.00. Pensábamos salir a la calle para saludar al Papa, pues pasaría al lado de nuestra casa. El día antes leí en la prensa que no se podría saludar al Papa, pero no lo creí, pues pensé que nadie me podría impedir asomarme a la calle que da a mi casa. Unas cuatro horas antes estaba viendo al Papa por televisión cuando llamó a la puerta un policía de dos metros vestido de negro, y acompañado por varios soldados. Seguramente sería agente del Shavak: centro de los servicios de inteligencia israelíes. Este es el cuerpo que se encarga de la seguridad nacional. ----"Buenos días, dijo, no les importaría que entráramos en su casa. Es por motivos de seguridad". Sacó a relucir un brillante pin en la solapa y una tarjeta con su foto colgando del cuello. Entró la comitiva militarizada y tres soldados se apostaron en las escaleras exteriores del edificio mientras el jefe iba entrando en todas las habitaciones que dan a Notre Dame. Mientras pasaba de una habitación a otra iba haciendo preguntas:
-"Qué es esto, quién vive aquí, allí, cuándo van a volver...
Otros soldados se apostaron en la terraza de la casa. Efectivamente nos confirmaron que no podríamos salir del edificio en ese momento. Cuando estaba ya a punto de pasar el Papa, uno de nosotros le preguntó al militar que estaba en la terraza si podía simplemente asomarse a la terraza que da a la calle para ver cómo pasaba el coche. El militar al principio contestó afirmativamente. Pero el que lo preguntaba insistió:
-"¿Y los guardias que están rodeando el edificio no me pegarán un tiro desde abajo si me asomo?" El militar contestó pensándolo mejor:
-"Es verdad, mejor no te asomes".
No se podía acceder a ninguna de las calles por la que iba a pasar el Papa: un policía cada 5 metros, un dirigible sobrevolando la zona con una cámara, francotiradores en las azoteas...
En la Misa con el Papa en Jerusalén, en el torrente Cedrón, había más policías que personas. Delante de los sacerdotes que concelebrábamos había una larga fila de policías mirándonos. Le pedimos al jefe que los apartara para poder concelebrar con cierta tranquilidad. Desde donde estábamos se divisaba el imponente muro del templo con sus almenas. Antes de la Misa, un sacerdote que estaba junto a mí, me hizo notar los militares que estaban apostados entre las almenas.
Antes de la Misa pude ver al Papa en el Patriarcado. En un momento dado decidí subir de la iglesia –donde tenía mi sitio reservado- al coro. Lo hice con cierto miedo de ser visto, pues la entrada estaba vigilada. A través de mis amigos seminaristas conseguí finalmente estar con ellos de pie en el coro antes de que llegara el Papa. Mientras me encontraba allí ya tranquilo, observé cómo se acercaban dos policías israelíes, una chica y un chico. Comprobé con horror cómo se acercaban a mí, y casi perdí el aliento. Pensé que se había acabado mi estancia en ese lugar privilegiado. Mi asombro fue grande cuando escuché su pregunta:
-"¿Nos podría decir qué hay que hacer para ser Cardenal?
Me quedé atónito. Siguieron haciéndome cantidad de preguntas, interesándose mucho por la Iglesia católica y por su jerarquía. Me agradecieron mucho las contestaciones que les dí, y luego -a la salida, cuando ya se había ido el Papa- uno de ellos volvió para darme de nuevo las gracias.
Se nota la sed de Dios que tiene la gente.

domingo, 31 de mayo de 2009

El Cenáculo. Recibieron al Espíritu Santo.

Hoy, Solemnidad de Pentecostés nos trasladamos al Cenáculo. En este lugar han pasado las cosas más grandes de la Iglesia: el regalo de la Eucaristía y del Sacerdocio. Aquí el Señor se apareció a los discípulos varias veces. En esta habitación estaban escondidos y reunidos con la Virgen cuando recibieron al Espíritu Santo prometido. El Papa Benedicto XVI recientemente pudo rezar en este lugar Santo tan importante. Este edificio llamado "El Cenáculo" es lo único que queda de la iglesia bizantina y cruzada de la "Santa Sión", la heredera de la primitiva comunidad apostólica. Las fuentes literarias coinciden en localizar el Cenáculo en la colina suroeste de Jerusalén. En 1951, se descubrieron restos evidentes de lo que fue una sinagoga judeocristiana del periodo romano.
Nos remontamos en la historia para ver qué ha pasado desde la época apostólica hasta hoy. El año 415 el Obispo de Jerusalén Juan II, edificó la gran Basílica de Santa Sión grandiosa y de enormes proporciones. El peregrino Teodosio, en el 530, la llamará "madre de todas las iglesias". Medía 60 por 40 metros. La gran Basílica aparece en el mosaico del siglo VI, el Mapa de Madaba. El 1009 la Basílica es destruida por Al Hakim, pero se salva la sala alta. Esa sala alta, el Cenáculo, la encontraron en ruinas los cruzados el 15 de julio de 1099. Ellos la reconstruyeron con el nombre de "Santa María del Monte Sión". Pero volvió a ser destruida en 1219 por el Sultán de Damasco, El Malek el Mohaddam. En 1333 Roberto de Nápoles y Sancha de Mallorca adquieren los terrenos y reconstruyen la Iglesia y la Sala alta; y todo lo entregan a los Franciscanos para su custodia. Es la actual sala gótica. Además de las paredes, el techo y las columnas hoy quedan algunos detalles de esa época: antes de salir, se puede contemplar un capitel en el baldaquino de la escalera que desciende a la planta inferior. Representa al pelícano alimentando a sus poyuelos con su propia sangre. En 1429 los Franciscanos son expulsados de la sala inferior. La consiguen recuperar por dinero, pero la vuelven a perder en 1452. En 1524 un Decreto de Soliman les arrebata también la sala alta y en 1551 el conventito que tenían cerca. En el siglo XIX se tolera la visita de cristianos a la Sala alta, pero no la celebración de Misas. En 1948 el Cenáculo cayó en zona israelí y los musulmanes lo abandonaron. La volvieron a adquirir en propiedad los franciscanos hasta que fueron desplazados por los judíos sosteniendo que allí pudo estar enterrado el rey David. Así fue convertido en Monumento nacional por la tumba de David y también para conmemorar el holocausto. Ahora se permiten las visitas al Cenáculo, pero no el culto.
El piso superior fue reconstruido por los franciscanos en el siglo XIV para conmemorar el lugar de la Ultima Cena. Es también identificado como "la sala superior" donde el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles en Pentecostés. El arqueólogo israelí Pinkerfeld en 1960 observó grafitis en el revoque del muro absidal de lo que hoy es la estancia de la tumba de David, con los nombres abreviados de Jesús, Señor y Salvador. Esta casa-iglesia tan antigua mantuvo las dos plantas, de las que la segunda era venerada como el Cenáculo.
Termino algunas de las palabras que el Papa Benedicto XVI dijo en este lugar recientemente, y en las que nos animaba a ser valientes, como los discípulos, con la fuerza del Espíritu Santo: "En el Cenáculo el misterio de la gracia y salvación de la que somos destinatarios y también heraldos y ministros, puede expresarse solamente en términos de amor. Ya que Èl nos amó en primer lugar y sigue amándonos, tenemos que responder con amor. Este amor que transforma, que es gracia y verdad, nos lleva como individuos y como comunidad a superar la tentación de encerrarnos en nosotros mismos en el egoísmo, la indolencia o el aislamiento, en el prejuicio o el miedo y a entregarnos con generosidad al Señor y a los demás. Nos lleva como comunidad cristiana a ser fieles a nuestra misión con franqueza y valor".

sábado, 23 de mayo de 2009

Impresiones del viaje del Papa

Quería contar brevemente las impresiones que tengo y que he podido recoger estos días sobre la visita del Papa a Tierra Santa. El resumen es que ha sido para todos -cristianos, judíos y musulmanes- una visita muy positiva. A lo mejor habéis oído en la televisión o leído en la prensa comentarios poco alentadores de lo que ha sido este viaje. Lo que he podido palpar sobre el terreno es lo siguiente:
-Los judíos, en los distintos medios de comunicación, comenzaron el viaje de forma hostil, con referencias negativas a lo que decía el Santo Padre. Pero poco a poco, según fueron sucediéndose los acontecimientos y oyéndose las palabras del Papa, fueron dejando paso a un silencio que lo decía todo. La verdad es que, en el fondo, estaban satisfechos de cómo les trató y de las palabras que dijo sobre el holocausto.
-Los musulmanes son los que más se han visto sorprendidos por los gestos y las palabras que el Papa he tenido con ellos. Ha expresado con mucha claridad los abusos que se han cometido con ellos, se ha unido a sus sufrimientos, y ha condenado con fuerza - y bajando a lo concreto- la injusticia. Sorprendía mucho ver en un periódico árabe llevado por musulmanes el titular, que lo decía todo: "El Papa, amigo".
-Los cristianos hemos sido los más beneficiados, pues el Papa sobre todo venía a vernos a nosotros. Si había antes de su venida bastantes voces de cristianos y sacerdotes que discrepaban acerca de la oportunidad de su venida en este momento, después de la visita todo han sido elogios y palabras de agradecimiento. Me contaban que algunos no se atrevieron a ir a la Misa de Nazaret por miedo a un atentado -ese día se celebraba una fiesta musulmana importante, y parecía una ofensa la celebración de la Misa ese día-, pero después todos se han arrepentido de no haber ido. En definitiva, ha llenado de esperanza a todos, especialmente a nosotros, los cristianos.
Aunque la entrada sea un poco larga, quería recoger aquí sobre todo las impresiones del Santo Padre después de la peregrinación. Dedicó la catequesis del miércoles 20 de mayo a hacer un resumen de su Viaje Apostólico a Tierra Santa:
"la peregrinación por excelencia a las fuentes de la fe - dijo el Papa - y al mismo tiempo una visita pastoral a la Iglesia que vive allí".Ante más de 20 mil fieles presentes en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre recordó la primera etapa de su viaje, Jordania, en cuyo territorio se encuentran el Monte Nebo, desde donde Moisés vio la tierra prometida y murió sin poder llegar a ella; y Betania, pasado el Jordán, donde Jesús fue bautizado por San Juan Bautista. El memorial de Moisés en el Monte Nebo "habla - explicó el Papa - de nuestra condición de peregrinos entre un "ya" y un "todavía no", entre una promesa tan grande y hermosa que nos sostiene en el camino y un cumplimento que nos supera y supera este mundo. La Iglesia vive en sí misma esta "índole escatológica" y "peregrina".El Pontífice se refirió también a su bendición de las primeras piedras de dos iglesias en Betania, y afirmó que era "un signo de la apertura y del respeto vigentes en el reino hachemita por la libertad religiosa y la tradición cristiana y este dato es acreedor de aprecio. (...) ¡Qué importante es que los cristianos y los musulmanes coexistan pacíficamente respetándose mutuamente! Gracias a Dios y al compromiso de los gobernantes en Jordania es posible. He rezado mucho para que sea también así en otros lugares, pensando sobre todo en los cristianos que en cambio viven una situación difícil en Irak"."En Jordania - prosiguió - vive una nutrida comunidad cristiana, incrementada por los prófugos palestinos e iraquíes. Se trata de una presencia significativa y apreciada en la sociedad también por sus obras educativas y de asistencia, atentas a la persona, independientemente de su pertenencia étnica o religiosa"."Como signo del compromiso de la Iglesia en el ámbito de la cultura, bendije - recordó el Papa - la primera piedra de la Universidad de Madaba, del Patriarcado Latino de Jerusalén. Sentí una gran alegría por el inicio de esta nueva institución científica y cultural porque manifiesta de forma tangible que la Iglesia promueve la búsqueda de la verdad y del bien común y ofrece un espacio abierto y de calidad a cuantos quieren dedicarse a esa búsqueda, premisa indispensable para un diálogo verdadero y fructuoso entre las civilizaciones".Después, S.S. Benedicto XVI habló de su estancia en Israel, donde "desde mi llegada - afirmó - me presenté como peregrino de fe en la Tierra donde Jesús nació, vivió, murió y resucitó y, al mismo tiempo, como peregrino de paz para implorar a Dios que en el lugar donde se hizo hombre, todos los hombres vivan como hijos suyos, es decir como hermanos"."En esa Tierra bendecida por Dios a veces parece imposible salir de la espiral de la violencia. Pero nada es imposible para Dios y para cuantos confían en Él. Por eso, la fe en un único Dios, justo y misericordioso, que es el recurso más precioso de estos pueblos, debe manifestar toda su carga de respeto, de reconciliación y colaboración". El Papa señaló que había manifestado ese auspicio al Gran Mufti, a los jefes de la comunidad islámica de Jerusalén, al Gran Rabinato de Israel y a las organizaciones de diálogo interreligioso."Jerusalén es la encrucijada de las tres grandes religiones monoteístas y su mismo nombre - ciudad de la paz - expresa el plan de Dios para la humanidad: hacer de ella una gran familia. (...) Esto es lo que están llamados a testimoniar los judíos, los cristianos y los musulmanes para honrar con los hechos al Dios que rezan con los labios. Y es exactamente por lo que recé visitando en Jerusalén (...) el Muro de las Lamentaciones y la Cúpula de la Roca, lugares simbólicos respectivamente del Judaísmo y el Islam".El Pontífice rememoró su visita al Memorial Yad Vashem, dedicado a las víctimas del Holocausto, y exclamó: "Toda persona es sacra y su nombre está grabado en el corazón del Dios Eterno. ¡No hay que olvidar jamás la tremenda tragedia de la Shoah! Es necesario que esté siempre en nuestra memoria como admonición universal del respeto sagrado por la vida humana que tiene siempre un valor infinito".La peregrinación de S.S. Benedicto XVI tuvo "como objetivo principal la visita a las comunidades católicas de Tierra Santa y se cumplió en diversas ocasiones también en Jerusalén, en Belén y Nazaret". Refiriéndose en particular a su encuentro en el Cenáculo con el Custodio de Tierra Santa, el Papa señaló que habían "meditado juntos sobre nuestra vocación de ser una cosa sola, formar un solo cuerpo y un sólo espíritu, de transformar el mundo con la mansa potencia del amor".Pero los "momentos culminantes de comunión con los fieles católicos fueron sobre todo las celebraciones eucarísticas", como la del Valle de Josafat en Jerusalén, donde el Papa habló de la resurrección de Cristo "como fuerza de esperanza y paz para esa Ciudad y el mundo entero"; la celebrada en Belén, en los Territorios Palestinos, "con la participación de fieles procedentes de Gaza, que tuve la alegría de consolar personalmente - dijo -, asegurándoles mi cercanía particular"."Belén, lugar donde resonó el canto celestial de paz para los hombres, es el símbolo de la distancia que nos separa todavía del cumplimento de aquel anuncio: precariedad, aislamiento, incertidumbre, pobreza. Todo ello ha llevado a tantos cristianos a irse de allí. Pero la Iglesia sigue su camino, sostenida por la fuerza de la fe y atestiguando su amor con obras concretas de servicio a los hermanos, como el “Caritas Baby Hospital” de Belén (...) y la acción humanitaria en los campos de prófugos".El Pontífice visitó el Campo de Aida, donde "garanticé a las familias allí acogidas - dijo - la cercanía y el aliento de la Iglesia universal, invitando a todos a buscar la paz con métodos no violentos, siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís". Benedicto XVI habló de la última misa con la que clausuró el Año de la Familia en Nazaret, donde rezó "por todas las familias, para que se vuelva a descubrir la belleza del matrimonio y de la vida familiar", y de su encuentro en la Basílica de la Anunciación con los pastores, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de Galilea, donde "cantamos nuestra fe en la potencia creadora y transformadora de Dios".El viaje del Papa concluyó el 15 de Mayo, con la visita al Santo Sepulcro y "dos importantes encuentros ecuménicos en Jerusalén: en el Patriarcado Greco-Ortodoxo y (...) en la Iglesia Patriarcal Armenia Apostólica"."Me agrada recapitular mi entero itinerario en el signo de la Resurrección de Cristo: a pesar de las vicisitudes que a lo largo de los siglos han marcado a los Santos Lugares, a pesar de las guerras, las destrucciones y desgraciadamente, los conflictos entre los cristianos, la Iglesia ha proseguido su misión, empujada por el Espíritu del Señor resucitado. La Iglesia está en camino hacia la unidad plena para que el mundo crea en el amor de Dios y experimente la alegría de su paz".

viernes, 22 de mayo de 2009

Una madre en la Misa de Nazaret

Contaba en la entrada del día de la Misa en Nazaret que no pude asistir a esa celebración. Una madre de familia me escribió contando su experiencia de cómo vivió esa Santa Misa, a la que acudió con sus tres hijos.

"Yo sí estuve en la Misa en Nazareth, y además con mis tres hijos, de 8, 9 y 12 años. Salimos de Tel Aviv a las 3 de la madrugada, nos hicieron aparcar nuestro bus en las cercanías de la ciudad para llevarnos en otros gratuitos hasta lo alto del Monte del Precipicio (Acabo de leer en Zenit que se llama así porque dice una tradición local que es el lugar desde el que quisieron despeñar a Jesús sus paisanos tras oirlo en la sinagoga, como cuenta Lucas). Sin importarnos la espera, el calor que ya se adivinaba, nos apresuramos con nuestro grupo de latinoamericanos y "nuestro" sacerdote, Fray Eduardo, a ocupar el mejor lugar posible. A la parroquia de San Anthony, a la que pertenecemos, por alguna misteriosa razón, el estado de israel decidió denegarle las entradas solicitadas para los feligreses. Gracias a los desvelos del párroco, Fray Tafic, se pudieron reunir algunos cientos, de las zonas B y C. Esto significa que vimos un Papa muy pequeñito. Pero no nos importaba porque lo acompañábamos igual. Y no parecía importarles tampoco a los miles de jóvenes del Camino que, venidos de España e Italia principalmente, nos rodeaban cantando y rezando. Allá en el gallinero se vivió la Santa Misa también con devoción y recogimiento, muchos extranjeros conectados a las emisoras locales que traducen en los diferentes idiomas. La gran pena fue cuando llegó la hora de la Comunión. Decenas de miles de personas no pudimos comulgar, y no exagero, porque la Comunión no llegó a las secciones B y C, que sumaban más de dos tercios del total. Tras la larga espera, la devoción con que se vivió la Misa, fue una pena no poder recibir al Señor. Ejemplo el que dieron todas las personas, miles, a nuestro alrededor, que no levantaron ni la más mínima sorpresa, muchos venidos sólo para esta ocasión. Continuamos atendiendo y despedimos al Papa con todo cariño y salimos ordenadamente por donde nos indicaron, por la cima del monte. No había autobuses esta vez, tuvimos que andar kilómetros, con los niños y las personas mayores, el calor, hasta llegar a los pies de la ciudad, donde se veían algunos autobuses, escasísimos a todas luces. Una odisea conseguir plaza para llegar a nuestros buses y volver a casa. Se hacía evidente que a la policía israelí, una vez que el Santo Padre había abandonado la zona, le daba más o menos igual lo que ocurriera a esos miles de personas. Como pudimos llegamos al bus del grupo. Con mal sabor de boca y pena, pero con la certeza de haber vivido un momento histórico: ver con nuestros propios ojos cómo hay decenas de miles de católicos que quisieron aquella mañana reunirse con el Vicario de Cristo para compartir con él sus sueños y esperanzas. Ojalá que la presencia de los cristianos en esta Bendita Tierra no siga disminuyendo y empiece, por el contrario, a fructificar lo sembrado por Benedicto XVI estos días. Por ello, nuestras oraciones".