sábado, 25 de julio de 2009

La aldea de Nazaret (Nazareth Village) IV

Entramos en otra casita. Allí estaba un carpintero trabajando en su taller. Ese taller y los instrumentos de trabajo podrían ser muy similares a los que utilizarían San José y Jesús para su trabajo. Nos enseñó cómo realizarían en aquel entonces algunos trabajos. El guía -el chico de azul qe aparece en la foto- bromeaba con el artesano mientras le hablaba en árabe: al enseñarnos los instrumentos de trabajo utilizaba la sierra sobre la mesa burda de madera, y el carpintero le increpaba diciendo que si hacía eso cada vez que fueran visitantes se acabaría quedando sin mesa.
También nos enseñó -en la misma casita- otras salas tal y como estarían en aquel entonces. La habitación dormitorio era para toda la familia. Se trataba de una cueva donde, en la parte del fondo, solían tener la despensa con los alimentos. Nos explicó entonces el guía la parábola que cuenta el Señor en el Evangelio del vecino inoportuno que -a mitad de noche- va a pedir algo para un invitado. La excusa del padre de familia es que están todos los miembros de su familia durmiendo. Efectivamente, por la disposición de la habitación, tenía que pasar por encima de toda la familia para ir a la despensa y volver de nuevo -intentando no pisar a nadie- y darle así el alimento al vecino.
Después fuimos a una habitación que reproducía una pequeña sinagoga de la época. Nos sentamos en los bancos laterales alargados, que tenían siempre las sinagogas y que los judíos habitualmente utilizaban para sentarse. Ahí nuestro guía nos explicó el pasaje del Evangelio en que el Señor se levantó para leer, y desenrollando el pergamino pronunció las palabras del profeta Isaias. Después les dijo: "Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír". En otras palabras, se dieron cuenta de que les estaba anunciando que él era el Mesias que esperaban y que había de venir para salvar a Israel. Estaban sorprendidos preguntándose cómo decía eso él que era hijo de José, el carpintero, bien conocido por todo el pueblo. Jesús les habló de que los planes de Dios tantas veces son distintos a los de los hombres, y les recordó cómo -por ejemplo- fue un extragero el que curó el profeta Eliseo y no uno de Israel. Ellos quedaron heridos en su orgullo y quisieron lapidarle. Nos contaba el guía con mucha precisión el Evangelio ayudándonos a recrearlo, y a imaginarnos la escena en Nazaret, en esa reconstrucción de la pequeña sinagoga en la que nos encontrábamos.
Ahí finalizó la visita. Al salir nos regalaron una pequeña lamparita de barro, como serían las de la época del Señor. Ojalá esta iniciativa tan bonita ayude a muchos que pasen por allí -personas que viven en Tierra Santa y peregrinos- a conocer mejor la vida de Nuestro Señor Jesucristo, conociendo mejor la aldea donde vivió la mayor parte de su vida.

sábado, 18 de julio de 2009

La aldea de Nazaret (Nazareth Village) III

Salimos al exterior, y lo primero que nos llamó la atención fue un campo elevado con olivos y unas ovejas pastando. Con asombro vimos que había un pastorcito con las ovejas, vestido con un traje burdo de los que usaban los pastores antiguamente. Luego observamos que había toda una familia de pastores, y todos vestidos según los usos de hace dos mil años.
Primero el guia nos explicó una tabla con agujeros, con la que en aquella época separaban el grano de la paja. Después nos enseñó una prensa de vino de aquel momento. Aprovechaban una inmensa roca plana y las hendiduras que tenía. Por allí pasaba el líquido de la uva después de ser pisado. Desde donde nos encontrábamos, en la parte de abajo, había una techumbre -en aquel momento unos maderos- para agarrarse por si se resbalaba.
Llegamos a una casa según el modelo de la época. Allí había, en la primera estancia al aire libre, una hilandera con su hija que estaban trabajando la lana. Nos mostró todo el proceso casero de fabricación. También nos explicó los posibles colores tal y como los tenían en la antigüedad: el blanco era el más común y barato, el color amarillo se conseguía aplicando la flor del azafrán. El púrpura era el más caro, pues se hacía con molusco. Ese era el color de la realeza. La niña purificaba la lana pasándola repetidas veces por un pincho. La madre nos enseño el trozo de madera que se usaba para enrollar la lana. Finalmente quedaba un hilo que luego se utilizaba para fabricar los vestidos en el telar.
También vimos en una gran habitación una prensa de aceituna para sacar aceite. El aceite poco prensado no era para acompañar a las comidas sino para su uso en el templo.

sábado, 11 de julio de 2009

La aldea de Nazaret (Nazareth Village) II

Para empezar el guía nos condujo a través de unas habitaciones dentro del edificio que situaban Tierra Santa en el mundo, y Nazaret dentro de Tierra Santa. Mostraban las fotografías ampliadas lo pequeña que era esa población –aldea de pocas casas en aquel entonces-, y nos hacía considerar la maravilla de que Dios eligiera ese lugar tan apartado para encarnarse y, después, para vivir la mayor parte de sus días en la tierra trabajando como artesano. También nos explicó con mapas la situación de la región. Nazaret era un sitio importante para el comercio, pues se trataba de un lugar de paso, para ir del norte al sur de Asia menor.
Nos enseñó una habitación donde se mostraba en una gran reproducción cómo eran los pozos de aquel entonces, con las distintas capas freáticas. De ahí se pasaba a otra sala que constaba de una puerta muy grande y -dentro de ella- otra pequeña, que es la que se solía abrir en tiempo de guerra. Desde ahí accedimos a una sala grande donde nos mostraron en primer lugar una escultura de un soldado romano, con su armadura, y su espada. El guía desenvainó la espada y nos hizo ver que tenía dos filos. Por eso Jesús en el Evangelio utiliza expresiones como: “La palabra es penetrante, más afilada que espada de dos filos”. En la misma sala, detrás de un cristal había una cruz: dos maderas cruzadas, de tamaño relativamente pequeño. Nos dijo que la gente tenía idea de que a los malhechores se les crucificaba en cruces grandes y altas, pero que en realidad no era así. Nos explicó que en verdad las cruces eran bajas y pequeñas. El ajusticiado estaba atado y encogido pues casi no cabía. Tenían un pequeño asiento que –según afirmaba- solo servía para prolongar el sufrimiento de los condenados.
Después nos mostraron otra habitación donde se veía cómo sería la habitación de trabajo de un artesano. Así podría haber sido la de San José en Nazaret. Se podía observar el taller, con los instrumentos propios de un carpintero. También al lado -supuestamente en la misma casa- había una habitación con una banqueta para rezar y un rollo de la Torá enrollado.

sábado, 4 de julio de 2009

La aldea de Nazaret (Nazareth Village) I

La aldea de Nazaret -Nazareth Village- es una iniciativa que tiene como finalidad recrear los lugares y las costumbres en la época de Jesucristo. Fue puesta en marcha con intención ecuménica. La actual coordinadora general es católica, pero también se encuentran trabajando en el proyecto cristianos de otras confesiones.
La sede y las instalaciones están situadas en un complejo cultural y deportivo de Nazaret que se llama WMCA. Dentro de ese área –una parte del edificio y algo de terreno no edificado- se reproducen costumbres de la época del Señor. Tienen locales con mapas y fotografías de la época. Hay habitaciones preparadas para mostrar cómo vivían en aquel momento: talleres de trabajo, dormitorios, las salas que utilizaban para rezar… También disponen de algo de campo, donde se muestran algunos trabajos que se realizaban al aire libre –de agricultura y ganadería- y donde te encuentras personas -niños y mayores- vestidas según los usos de aquellos años.
Los peregrinos pueden visitar Nazareth Village reservando con algún día de antelación su asistencia, y especificando el idioma que entienden para ser guiados. Al llegar allí sacarán su entrada y tendrán asignado un guía que les enseñará el complejo, explicando y recreando usos y costumbres de aquella época. A nosotros nos lo enseñaron en inglés. Lo hizo un guía árabe católico que había vivido unos años en Estados Unidos, y hablaba con un fuerte acento de aquel país. Me llamó la atención lo bien que conocía la época, y cómo la explicaba con ejemplos concretos del Evangelio. Conocía bien la Biblia. El grupo con el que íbamos eran unos peregrinos ingleses, de religión anglicana.

sábado, 27 de junio de 2009

Hebrón. Las tumbas de los patriarcas.

En Hebrón hay una mezquita donde tradicionalmente se encuentra la tumba de los patriarcas Abrahám, Isaac y Jacob. Abrahám -dice el Antiguo Testamento- compró un terreno en Quiriat Arba, al lado de Hebrón. Por encontrarse aquí estas tumbas ha habido presencia contínua judia desde siempre hasta 1929, en el que hubo conflicto. Después la presencia de los hebreos en ese lugar ha sido a través de diversos asentamientos. Es un sitio en el que no he podido estar todavía. Me envían una colaboración contando la visita a este lugar tan interesante.

"Ayer tuve la oportunidad imprevista de ir a Hebrón, en Cisjordania, Palestina. Me ilusionaba tanto la posibilidad de ver la tumba de Abraham, que siempre me ha parecido un personaje un poco lejano, no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. Por eso, cuando me hablaron de ir a Hebrón, no me lo pensé dos veces. Seguramente es la primera y última vez, puesto que pronto termina nuestra estancia en Tierra Santa. Es cierto que ir a estas tierras entraña cierto peligro, hay que cruzar check points en medio de la ciudad. Es muy conveniente ir acompañado de un guía local. A nosotras nos acompañó Walid, que trabaja en la organización Hebron Rehabilitation Committee, apoyada por el gobierno español a través de Cooperación Española. Primero nos mostró una presentación sobre la actual situación del centro antiguo de la antiquísima ciudad de origen cananeo. Dividida, fragmentada en partes sin conexión posible entre sí, por la cuña que hacen los colonos judíos ultraortodoxos que van tomando posiciones en cada casa abandonada, o derruida por la última guerra. De ahí que la asociación de Walid busque rehabilitar el mayor número posible de casas y alquilarlas. Así se consigue evitar que los colonos se adueñen de partes clave del centro de la ciudad, e impidan todavía más el contacto entre la gente palestina. Porque palestinos y colonos judíos viven juntos, muy juntos, en Hebrón. En ningún sitio como aquí se puede ver esa “convivencia” forzada. Los judíos son superiores en fuerza, armamento, medios, como en todas partes… Un ejemplo más de esa cercanía a pesar de las vallas y los pasos controlados, es la Mezquita de Abraham, que en el lado judío es Sinagoga, naturalmente. Nada para los cristianos, que también somos hijos de Abraham. Cuando se entra en la Mezquita, hay que descalzarse, claro, y –como mujeres- cubrirse cuerpo y cabeza con unas capas con caperuza preparadas ad hoc. Me puse de frente al Mirhab, el lugar santo para los musulmanes, donde adoran la presencia de Dios, y recé un padrenuestro mirando los restos de la metralla que dejó en una columna el colono enloquecido que, en 1994, entró durante la oración y mató a decenas de fieles. La primera Intifada. Él también murió unos metros más allá, seguramente iba ya preparado para ello…
La tumba del Patriarca Abraham, o más bien su catafalco, se encuentra en una habitación cerrada a la que no se tiene acceso. Se puede mirar por una ventana enrejada, y al fondo se divisa a los colonos judíos, que hacen lo propio desde su ventana. Los restos de Abraham, en realidad, están a 17 metros bajo ese nivel. Desde un ventanuco en el suelo se divisan las velas que han colocado al fondo del pozo, para que uno pueda hacerse a la idea de cuán profundos están los restos. En la amplia sala de la Mezquita encontramos también las tumbas de Isaac y Rebeca. Es muy emocionante estar junto a ellas, pero entristece saber que las de Jacob y Lía no se pueden visitar, porque están en el lado judío… De todas maneras, los judíos sólo pueden visitar las de Jacob y Rebeca 9 días al año, coincidiendo con las festividades judías. E imagino que, como cristiano, es posible entrar en la Sinagoga. Ya en el Génesis se hace referencia a esta ciudad, porque aquí compró Abraham una cueva con la intención de enterrar en ella a su mujer, Sara, cuya tumba se encuentra a la entrada del complejo. Fue el primer trozo de tierra prometida, de Canaán, que compró Abraham, de ahí el valor para los judíos, que se basan en esto para reclamar que siempre estuvieron presentes en Hebrón y pusieron el grito en el cielo cuando comprobaron que la ciudad había caído dentro de los territorios adjudicados a los palestinos. Unos y otros dicen tener razón, y ambos la pierden por los métodos violentos que utilizan. Hebrón, la ciudad cananea donde David fue proclamado rey de Israel, espera una nueva oportunidad para la paz.
Cristina Moreno Alconchel

sábado, 20 de junio de 2009

Año del Sacerdocio. Adopta un sacerdote.

Año del Sacerdocio

El Papa ha convocado un año del sacerdocio. Empezó el pasado 19 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Es un año para profundizar en el sacerdocio, rezar por los sacerdotes y pedir al Señor que envíe vocaciones sacerdotales. Copio algunas de las palabras del Papa en la carta que anuncia este año:
"He resuelto convocar oficialmente un "Año Sacerdotal" con ocasión del 150 aniversario del "dies natalis" de Juan María Vianney, el Santo Patrón de todos los párrocos del mundo, que comenzará el viernes 19 de junio de 2009, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús -jornada tradicionalmente dedicada a la oración por la santificación del clero-. Este año desea contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo, y se concluirá en la misma solemnidad de 2010"
El Papa ha puesto como modelo a San Juan Maria Vianney, el Santo Cura de Ars. Seguía diciendo en su carta el Santo Padre: "La enseñanza y el ejemplo de san Juan María Vianney pueden ofrecer un punto de referencia significativo. El Cura de Ars era muy humilde, pero consciente de ser, como sacerdote, un inmenso don para su gente: "Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina". Hablaba del sacerdocio como si no fuera posible llegar a percibir toda la grandeza del don y de la tarea conf iados a una criatura humana: "¡Oh, qué grande es el sacerdote!" (...) "Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros".
El Papa ha insistido mucho en la necesidad de cuidar al Señor en la Eucaristía, viviendo muy bien la Santa Misa, y también de acudir con frecuencia al Sacramento de la Penitencia. Recojo unas palabras de esta carta que expresan muy bien, a través de la vida del Santo cura de Ars, lo que el Santo Padre nos quiere transmitir de la piedad con la que hemos de procurar acudir a estos sacramentos: "Les decía: "Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios". Estaba convencido de que todo el fervor en la vida de un sacerdote dependía de la Misa: "La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. Dios mío, ¡qué pena el sacerdote que celebra como si estuviese haciendo algo ordinario!". Siempre que celebraba, tenía la costumbre de ofrecer también la propia vida como sacrificio: "¡Cómo aprovecha a un sacerdote ofrecerse a Dios en sacrificio todas las mañanas!". Esta identificación personal con el Sacrificio de la Cruz lo llevaba -con una sola moción interior- del altar al confesonario. Los sacerdotes no deberían resignarse nunca a ver vacíos sus confesonarios ni limitarse a constatar la indiferencia de los fieles hacia este sacramento. En Francia, en tiempos del Santo Cura de Ars, la confesión no era ni más fácil ni más frecuente que en nuestros días, pues el vendaval revolucionario había arrasado desde hacía tiempo la práctica religiosa. Pero él intentó por todos los medios, en la predicación y con consejos persuasivos, que sus parroquianos redescubriesen el significado y la belleza de la Penitencia sacram ental, mostrándola como una íntima exigencia de la presencia eucarística. Supo iniciar así un "círculo virtuoso". Con su prolongado estar ante el sagrario en la Iglesia, consiguió que los fieles comenzasen a imitarlo, yendo a visitar a Jesús, seguros de que allí encontrarían también a su párroco, disponible para escucharlos y perdonarlos. Al final, una muchedumbre cada vez mayor de penitentes, provenientes de toda Francia, lo retenía en el confesonario hasta 16 horas al día. Se comentaba que Ars se había convertido en "el gran hospital de las almas"."
Y terminaba con estas palabras: "Confío este Año Sacerdotal a la Santísima Virgen María, pidiéndole que suscite en cada presbítero un generoso y renovado impulso de los ideales de total donación a Cristo y a la Iglesia que inspiraron el pensamiento y la tarea del Santo Cura de Ars. Con su ferviente vida de oración y su apasionado amor a Jesús crucificado, Juan María Vianney alimentó su entrega cotidiana sin reservas a Dios y a la Iglesia. Que su ejemplo fomente en los sacerdotes el testimonio de unidad con el Obispo, entre ellos y con los laicos, tan necesario hoy como siempre. A pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: "En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza el futuro. Queridos sacerdotes, Cristo cuenta con vosotros. A ejemplo del Santo Cura de Ars, dejaos conquistar por Él y seréis también vosotros, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz".

Adopta un sacerdote

Este año nos podemos proponer todos rezar más por los sacerdotes. Una buena idea, que ya sugirió hace algunos años http://www.catholic.net/, es la de adoptar un sacerdote para rezar por su ministerio. Ya lo hizo Santa Teresita del Lisieux en distintas ocasiones pidiendo por sacerdotes que estaban trabajando en lejanos países de misión. Ella misma escribía al Padre Roulland: «Me siento verdaderamente dichosa de colaborar con usted en la salvación de las almas. Con este fin me hice Carmelita. ¡No pudiendo ser misionera de vanguardia, quise serlo por el amor y la penitencia».

Si entras en esta página lo puedes hacer. Los sacerdotes que desean ser adoptados y los fieles que desean rezar por ellos se inscriben. Desde esa página web se les asigna un sacerdote, por el que se comprometen a rezar unas oraciones. El link es el siguiente: http://es.catholic.net/oracionsacerdotes/listado.php

sábado, 13 de junio de 2009

El Cenáculo cristiano

En la Solemnidad del Corpus Chirsti quiero hablar del lugar donde se instituyó la Eucaristía. Ese sitio está bajo propiedad de los judíos. Fue requisado a los franciscanos alegando que allí estaba la tumba del rey David. Los franciscanos adquirieron un terreno cercano al lugar. Allí tienen un convento que se llama de San Salvador. En cualquier caso los franciscanos siguen llamándose “guardianes del Monte Sión”. En la Iglesia Católica se están haciendo intentos para recuperar el lugar auténtico del Cenáculo. Después del último viaje del Papa se comenta que ha habido conversaciones en este sentido. Recemos para que lleguen a buen término y el Cenáculo vuelva a manos cristianas.
La iglesita del Convento se le llama de forma común en italiano el “Cenacolino”. Ahí -haciendo la pertinente reserva- se puede celebrar la Santa Misa. Recuerdo lo que me dijo un sacerdote mayor cuando le dí la noticia de que me venía a Tierra Santa:
-Tendrás que prepararte muy bien para celebrar la Santa Misa en el Cenáculo. Es un momento especialmente importante para un sacerdote.
Efectivamente, se trata del lugar de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio. He tendido la fortuna de celebrar varias Misas en ese lugar y es impresionante.
Pero además, para los miembros del Opus Dei, cooperadores y amigos, aparte de todas las personas que tienen devoción al que fue Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo, es especial también ese lugar. Allí celebró su última Misa d. Álvaro en 1994. No había podido visitar nunca la Tierra de Jesús, y le hacía muchísima ilusión. Por fin, pudo realizar una peregrinación a Tierra Santa como regalo que le hicimos sus hijos por su 80 cumpleaños. La última Misa de su vida fue en Tierra Santa, precisamente en el lugar de la institución de la Eucaristía. Por la tarde volvería a Roma, y esa misma noche falleció. El Papa Juan Pablo II recordó la gracia de Dios tan grande que había recibido d. Álvaro, de poder celebrar la última Misa de su vida en el Cenáculo. Ahora está abierto su proceso de Beatificación.
En cualquier caso el "Cenacolino" es un lugar que hay que visitar. Al menos para hacer la visita al Santísimo, pues allí está -reservado en el Sagrario- el mismo Jesucristo, con su Cuerpo y con su Sangre.