"Alégrate, Jerusalén, vosotros, y todos los que la amáis, reuníos. Regocijaos con ella todos los que participais de su duelo y quedaréis saciados con la abundancia de sus consuelos" (Sal. 121, 1).
Con estas palabras celebra la Misa en su introito el domingo laetare o de la alegría. La Iglesia no puede permanecer seria durante tanto tiempo y, a mitad de Cuaresma, celebra el domingo de la alegría. Entre otras cosas se usa el color rosaceo en los ornamentos, siempre que sea posible, y está permitido hacer sonar el órgano en las celebraciones litúrgicas. Así, aprovecharé esta semana para contar algunas anécdotas simpáticas recientes que han sucedido alrededor de los lugares santos.
Tres sacerdotes que estudian Biblia en la Flagelación -Instituto llevado por los Franciscanos- se encontraban cerca de la Via dororosa. Se les acercaron un grupo de italianos y les dijeron en italiano que estaban buscando una iglesia que debía estar por allí cerca. Uno de los sacerdotes les habló de la iglesia de Santa Ana, pues se encuentra relativamente cerca de donde estaban, y que de hecho se encuentra en la misma Via dolorosa. Contestaron que no era esa la que estaban buscando. Otro sacerdote les dijo que quizá se referían a la iglesia de la Flagelación. Tampoco parecía que esa era la iglesia a la que se dirigían. Finalmente, a un sacerdote se le ocurrió mencionar la Basílica del Santo Sepulcro. Ahí los peregrinos saltaron diciendo: sí, sí, ese es el nombre. Del grupo de sacerdotes salió una carcajada espontánea. El Santo Sepulcro no es una iglesia de por aquí, es LA IGLESIA. Debían estar bastante perdidos, pues también preguntaron después si sabían cual era la Via della rosa. Rápidamente los sacerdotes se dieron cuenta de que se estaba refiriendo a la Via Dolorosa, que no es lo mismo, y que no fue precisamente un camino de rosas para el Señor.
La otra anécdota que quería contar sucedió en el Calvario. Había allí un grupo de soldados israelíes. Una chica, también soldado, que sabía más, les estaba explicando quién era Jesús, cómo había cargado con la Cruz hasta ese lugar, y los hechos de su crucifixión y muerte. Les explicó todo lo que había sufrido antes de llegar a ese lugar: cárcel, ir de un sitio a otro, golpes, sueño, la terrible flagelación, la coronación de espinas... Los soldados escuchaban asombrados. Ya se ve que no habían oído antes hablar de la Pasión del Señor, y uno de ellos comentó:
-Pues con lo mal que estaba sí que le habrá costado llegar hasta aqui. Las escaleras para acceder a este lugar me han parecido bastante empinadas.
Ya se ve que no se situaba mucho de cuando sucedieron los hechos de la Pasión del Señor y cuándo estaba construida la Iglesia del Santo Sepulcro. Da pena ver la gente que no sabe cosas básicas de los lugares santos, como este soldado, cuando fue precisamente ahí, en el Calvario, donde Jesucristo murió por él y por sus pecados para abrirle las puertas del cielo.